El entrenador es un referente para los niños
Corren tras la pelota, celebran un gol,
driblan a un contrario... y aprenden valores que luego les ayudarán en su vida.
Jugar en un equipo de fútbol es una excelente escuela de valores de presente y
futuro para los niños
El espejo en que se miran
·
Los niños quieren ser los próximos Messi, Cristiano o Inisesta. "Ven
que tienen un trabajo con el que se divierten y que, además, están muy bien
pagados y gozan de reconocimiento social", dice Jaume Cruz. Así que imitan
su comportamiento, sus valores como la lucha, pero también las triquiñuelas
para engañar al árbitro o gestos violentos. ¿Los profesionales deberían
esforzarse para ser un buen ejemplo? "Yo creo que sí -señala Pedro
Marcet-, porque el fútbol también puede transmitir valores negativos. Y es
importante evitarlo". En opinión de Jaume Cruz, "el entorno de los
niños copia al fútbol profesional. No se les puede transmitir que vale ganar a
cualquier precio.
"Todo cuanto sé con mayor certeza sobre la moral y las obligaciones de
los hombres se lo debo al fútbol", escribió el filósofo y novelista Albert
Camus. Durante un partido de fútbol, los jugadores deben tomar
muchas decisiones. No sólo tácticas, sino también morales. El jugador siente un
ligero golpe del contrario y puede optar o no por simular una agresión. Puede
acatar o protestar desmesuradamente una decisión errónea del árbitro. O tiene
que decidir si vale la pena seguir presionando, ya que su equipo pierde por
goleada y quedan dos minutos para que acabe el partido. A la vez que piensa si
remata a puerta o no, toma decisiones en función de valores como la honestidad,
el respeto al contrario o la importancia del esfuerzo.
Muchos entrenadores de equipos de fútbol infantiles trabajan
los valores de sus jugadores a la vez que les preparan técnica y tácticamente.
Saben que hay valores que les ayudarán a rendir más en el terreno de juego.
Saben que un niño que ha aprendido el valor del esfuerzo durante los
entrenamientos estará más preparado para dar el cien por cien cuando el partido
lo exija. Pero, al fin y al cabo, un partido de fútbol es sólo un partido de
fútbol. Los entrenadores son conscientes de que, al fomentar los valores de los
más pequeños en el terreno de juego, les preparan para algo mucho más
importante que marcar o evitar un gol. Les preparan para la vida.
"Los niños están en un periodo de formación clave en el que absorben
todo lo que pasa a su alrededor", señala Pablo Jodra, director
de la Unidad de Psicología Aplicada al Deporte de la Universidad Autónoma de
Madrid. "Interiorizan lo que les enseñan figuras de referencia como sus
padres y sus entrenadores. La clave para enseñar valores es que los padres y
los entrenadores prediquen con el ejemplo". Es fundamental que el
entrenador sea disciplinado si quiere transmitir el valor de la disciplina o
que respete al árbitro si quiere que sus pupilos hagan lo mismo. Y que los
padres defiendan los mismos principios. Porque, en ocasiones, los padres que
acuden a ver los partidos de sus hijos no son un buen ejemplo. "Insultan
al árbitro o ridiculizan a los rivales. Estas cosas pasan –comenta Pablo
Jodra–. Y es una lástima. Por mucho que el entrenador se esfuerce en comunicar
valores como el respeto al contrario, si los padres no hacen lo mismo, de poco
servirá".
El fútbol ayuda a que los niños interioricen los valores adecuados gracias
al ejemplo que perciben en las personas que son importantes para ellos. Y a la
constancia de ponerlos en práctica una y otra vez. Porque hay que muscular los
valores del mismo modo que las piernas. "Con un trabajo diario",
apunta Pedro Marcet, director pedagógico de la Fundación
Marcet, una escuela de fútbol que es mucho más que un centro en el que los
niños mejoran su golpeo de balón o su capacidad para sortear rivales.
"Tenemos un programa para trabajar un valor cada mes. Los niños ven
películas o leen noticias que les permiten crear un debate con el entrenador
sobre estos temas. Por ejemplo, en el caso de la honestidad pueden debatir sobre
un jugador famoso que ha recibido una tarjeta amarilla por simular un
penalti".
Una de la ventajas de entrenar los valores es que mejora el
rendimiento deportivo de los niños. "Si les ayudas a enfrentarse
a las frustraciones, al hecho de perder un partido o de que el árbitro puede
cometer un error, están más centrados en el terreno de juego y sacan lo mejor
de ellos mismos", afirma David Fernández, entrenador en las categorías
inferiores del RCD Espanyol. "Porque tú no puedes controlar si
vas a ganar o perder. Pero sí que puedes tener muy interiorizado el valor de
asumir responsabilidades. Así que, cuando el equipo vaya perdiendo, habrá niños
que darán un paso adelante para intentar remontar el partido. Estarán
entrenados para ello".
Y, más importante, los valores que se aprenden jugando a fútbol tienen una
repercusión positiva en la vida de los niños. "Siempre y cuando –insiste Jaume
Cruz, catedrático de psicología del deporte de la Universitat Autònoma de
Barcelona–, los padres y otras figuras de referencia estén en sintonía con los
valores de los entrenadores. Porque se aprenden con el ejemplo y practicándolos
con regularidad en todos los ámbitos de la vida".
El trabajo en equipo
"El fútbol es un deporte de equipo, pero si echas a un balón a un
grupo de niños pequeños, verás que van a la suya", apunta Jaume Cruz. Algo
normal y sano si tienen 5 o 6 años. Han de pasar (no instalarse) por una etapa
egocéntrica. Como señala Pablo Jodra, "en un equipo debes
aprender a colocarte en función de los demás. El niño se da cuenta de que si un
compañero pierde la posición, él debe cubrirle. Y aprende a confiar en que su
compañero hará lo mismo por él. Es el valor de la disciplina y del trabajo en
equipo. Otra gran lección para la vida cuando tengan que hacer trabajos en grupo
en la escuela, por ejemplo".
Orden e higiene
En la Fundación Marcet trabajan estos dos valores.
"Nos parece básico que los niños lleven el uniforme limpio y la camiseta
por dentro o que sean ordenados en el vestuario", explica Pedro Marcet,
que recuerda a unos padres muy agradecidos "porque su hijo era un desastre
en casa, con el orden y su higiene personal, y mejoró mucho cuando estuvo con
nosotros".
Respeto por lo demás
"El fútbol no es ir a la ópera. Pero una cosa es gritar para animar a
tu equipo y otras es insultar al árbitro o reírte del contrario", señala
Jaume Cruz. "Uno de los valores que mejor se pueden trabajar es el respeto
–considera Pablo Jodra–. Por ejemplo, enseñando a los niños a que cuiden su
lenguaje y se dirijan al contrario y al árbitro con educación".
Encajar las frustraciones
Hay que aceptar que la vida depara muchas decepciones, grandes o pequeñas.
Igual que un partido de fútbol, en el que se puede perder ya que, como dicen
los sabios de este deporte, el rival también juega. "Los padres no dejan
que sus hijos hagan siempre lo que les viene en gana. Tienen que ponerles
límites", comenta Pablo Jodra. "El fútbol te enseña a perder, porque
antes o después pierdes. Y, además, te obliga a seguir un reglamento. Tienes
unos límites".
Asumir responsabilidades
En un equipo siempre hay algún jugador que, o por su capacidad técnica o
por el respeto que transmite, es el líder del vestuario. "Ser capaz de
asumir responsabilidades es una actitud fantástica para la vida. Cuando un niño
es elegido capitán de su equipo, asume responsabilidades –comenta Pedro
Marcet–. Para reforzar este valor, decimos a sus padres que quizás le pueden
dar más responsabilidades en casa".
La importancia del esfuerzo
"Perdono que no se acierte en el campo, pero no que no se
esfuercen". Este es el aviso que lanzó Pep Guardiola a sus jugadores el 17
de junio del 2008, día de su presentación como técnico. El resto es historia:
tres Ligas, dos Champions... con una forma de jugar sublime.
"Esfuerzo" es una palabra que, dice Jaume Cruz, no está
suficientemente valorada hoy día. "Vivimos en una sociedad que, en
general, prefiere recompensas rápidas. Creo que es importante que los niños
aprendan el valor del esfuerzo. El fútbol puede ayudar en este sentido, porque
sin esfuerzo no ganas los partidos y la recompensa llega al final del partido y
de la temporada, tras mucho tiempo de entrenamiento". Además, interiorizar
este valor proporciona otro beneficio interesante. "Te quita el miedo a
perder. Tú no puedes controlar si vas a ganar o perder. Pero puedes controlar
tu esfuerzo. Al centrarte en el esfuerzo, das lo mejor de ti".
La verdad por delante
Frank Ordenewitz es un exdelantero alemán que llegó a
ser internacional alemán con el Werder Bremen. En un partido contra el Colonia,
en 1988, golpeó el balón con la mano, pero el árbitro señaló saque de esquina.
Ante las protestas de los jugadores del Colonia, el árbitro preguntó a
Ordenewitz qué había sucedido. Este, en un arrebato de honestidad inusual en un
campo de fútbol, reconoció que había sido penalti. Y su equipo perdió el
partido. "No se debe ganar a cualquier precio –señala David Fernández–. No
me gusta que mis jugadores simulen una falta". El engaño permite conseguir
un objetivo a corto plazo. "Pero no es la mejor inversión a largo plazo
–opina Pedro Marcet–. Enseñamos a los niños que una de las cosas que más les
van a ayudar en la vida es que los demás confíen en ellos. Y para eso tienen
que ser honestos".
Disfrutar de la vida
"Salid y divertiros". Es lo que recomendó Johan Cruyff,
técnico del Barça (1988-1996), a sus jugadores antes de disputar la final
de la Copa de Europa en 1992. No fue mal consejo, porque, finalmente,
levantaron la primera Copa de Europa del conjunto azulgrana. Para Jaume Cruz,
"el valor de la diversión es el que mejor captan los niños, sobre todo los
más pequeños, cuando juegan a fútbol. Pueden acabar un partido y no saber quién
ha ganado". Porque juegan por la diversión. Un valor, el de saber
disfrutar, que vale la pena aplicar a otras esferas de la vida. "Divertirse
es lo primero. Así que yo aconsejaría a los padres, por ejemplo, que cuando su
hijo llegue a casa tras un partido no le pregunten si ha ganado. Creo que es
mejor que le pregunten: ¿Te lo has pasado bien?".
Pero también hay que saber ganar
"Puede ser complicado gestionar el éxito en edades precoces",
explica David Fernández, que trabaja en una de las canteras que más jugadores
profesionales aporta. Los niños que juegan en las categorías inferiores de
equipos como el Barça, el Madrid o el Espanyol han
sido elegidos porque son mejores que los demás. "Y pueden ganar muchos
partidos con gran superioridad. Por eso, les enseñamos a llevar con
naturalidad esta situación. No pueden faltar al respeto al rival aun venciendo
por goleada. Les inculcamos que, por muchos partidos que ganen, eso no
garantiza que vayan a vencer en el siguiente. No ganan porque sean buenos, sino
porque se esfuerzan en cada partido".
Fuente.: La Vanguardia.es
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