jueves, 19 de marzo de 2015

Valores del fútbol


El entrenador es un referente para los niños

Corren tras la pelota, celebran un gol, driblan a un contrario... y aprenden valores que luego les ayudarán en su vida. Jugar en un equipo de fútbol es una excelente escuela de valores de presente y futuro para los niños

El espejo en que se miran
·         Los niños quieren ser los próximos Messi, Cristiano o Inisesta. "Ven que tienen un trabajo con el que se divierten y que, además, están muy bien pagados y gozan de reconocimiento social", dice Jaume Cruz. Así que imitan su comportamiento, sus valores como la lucha, pero también las triquiñuelas para engañar al árbitro o gestos violentos. ¿Los profesionales deberían esforzarse para ser un buen ejemplo? "Yo creo que sí -señala Pedro Marcet-, porque el fútbol también puede transmitir valores negativos. Y es importante evitarlo". En opinión de Jaume Cruz, "el entorno de los niños copia al fútbol profesional. No se les puede transmitir que vale ganar a cualquier precio.


"Todo cuanto sé con mayor certeza sobre la moral y las obligaciones de los hombres se lo debo al fútbol", escribió el filósofo y novelista Albert Camus. Durante un partido de fútbol, los jugadores deben tomar muchas decisiones. No sólo tácticas, sino también morales. El jugador siente un ligero golpe del contrario y puede optar o no por simular una agresión. Puede acatar o protestar desmesuradamente una decisión errónea del árbitro. O tiene que decidir si vale la pena seguir presionando, ya que su equipo pierde por goleada y quedan dos minutos para que acabe el partido. A la vez que piensa si remata a puerta o no, toma decisiones en función de valores como la honestidad, el respeto al contrario o la importancia del esfuerzo.

Muchos entrenadores de equipos de fútbol infantiles trabajan los valores de sus jugadores a la vez que les preparan técnica y tácticamente. Saben que hay valores que les ayudarán a rendir más en el terreno de juego. Saben que un niño que ha aprendido el valor del esfuerzo durante los entrenamientos estará más preparado para dar el cien por cien cuando el partido lo exija. Pero, al fin y al cabo, un partido de fútbol es sólo un partido de fútbol. Los entrenadores son conscientes de que, al fomentar los valores de los más pequeños en el terreno de juego, les preparan para algo mucho más importante que marcar o evitar un gol. Les preparan para la vida.

"Los niños están en un periodo de formación clave en el que absorben todo lo que pasa a su alrededor", señala Pablo Jodra, director de la Unidad de Psicología Aplicada al Deporte de la Universidad Autónoma de Madrid. "Interiorizan lo que les enseñan figuras de referencia como sus padres y sus entrenadores. La clave para enseñar valores es que los padres y los entrenadores prediquen con el ejemplo". Es fundamental que el entrenador sea disciplinado si quiere transmitir el valor de la disciplina o que respete al árbitro si quiere que sus pupilos hagan lo mismo. Y que los padres defiendan los mismos principios. Porque, en ocasiones, los padres que acuden a ver los partidos de sus hijos no son un buen ejemplo. "Insultan al árbitro o ridiculizan a los rivales. Estas cosas pasan –comenta Pablo Jodra–. Y es una lástima. Por mucho que el entrenador se esfuerce en comunicar valores como el respeto al contrario, si los padres no hacen lo mismo, de poco servirá".
El fútbol ayuda a que los niños interioricen los valores adecuados gracias al ejemplo que perciben en las personas que son importantes para ellos. Y a la constancia de ponerlos en práctica una y otra vez. Porque hay que muscular los valores del mismo modo que las piernas. "Con un trabajo diario", apunta Pedro Marcet, director pedagógico de la Fundación Marcet, una escuela de fútbol que es mucho más que un centro en el que los niños mejoran su golpeo de balón o su capacidad para sortear rivales. "Tenemos un programa para trabajar un valor cada mes. Los niños ven películas o leen noticias que les permiten crear un debate con el entrenador sobre estos temas. Por ejemplo, en el caso de la honestidad pueden debatir sobre un jugador famoso que ha recibido una tarjeta amarilla por simular un penalti".

Una de la ventajas de entrenar los valores es que mejora el rendimiento deportivo de los niños. "Si les ayudas a enfrentarse a las frustraciones, al hecho de perder un partido o de que el árbitro puede cometer un error, están más centrados en el terreno de juego y sacan lo mejor de ellos mismos", afirma David Fernández, entrenador en las categorías inferiores del RCD Espanyol. "Porque tú no puedes controlar si vas a ganar o perder. Pero sí que puedes tener muy interiorizado el valor de asumir responsabilidades. Así que, cuando el equipo vaya perdiendo, habrá niños que darán un paso adelante para intentar remontar el partido. Estarán entrenados para ello".
Y, más importante, los valores que se aprenden jugando a fútbol tienen una repercusión positiva en la vida de los niños. "Siempre y cuando –insiste Jaume Cruz, catedrático de psicología del deporte de la Universitat Autònoma de Barcelona–, los padres y otras figuras de referencia estén en sintonía con los valores de los entrenadores. Porque se aprenden con el ejemplo y practicándolos con regularidad en todos los ámbitos de la vida". 

El trabajo en equipo
"El fútbol es un deporte de equipo, pero si echas a un balón a un grupo de niños pequeños, verás que van a la suya", apunta Jaume Cruz. Algo normal y sano si tienen 5 o 6 años. Han de pasar (no instalarse) por una etapa egocéntrica. Como señala Pablo Jodra, "en un equipo debes aprender a colocarte en función de los demás. El niño se da cuenta de que si un compañero pierde la posición, él debe cubrirle. Y aprende a confiar en que su compañero hará lo mismo por él. Es el valor de la disciplina y del trabajo en equipo. Otra gran lección para la vida cuando tengan que hacer trabajos en grupo en la escuela, por ejemplo".

Orden e higiene
En la Fundación Marcet trabajan estos dos valores. "Nos parece básico que los niños lleven el uniforme limpio y la camiseta por dentro o que sean ordenados en el vestuario", explica Pedro Marcet, que recuerda a unos padres muy agradecidos "porque su hijo era un desastre en casa, con el orden y su higiene personal, y mejoró mucho cuando estuvo con nosotros".

Respeto por lo demás
"El fútbol no es ir a la ópera. Pero una cosa es gritar para animar a tu equipo y otras es insultar al árbitro o reírte del contrario", señala Jaume Cruz. "Uno de los valores que mejor se pueden trabajar es el respeto –considera Pablo Jodra–. Por ejemplo, enseñando a los niños a que cuiden su lenguaje y se dirijan al contrario y al árbitro con educación". 

Encajar las frustraciones
Hay que aceptar que la vida depara muchas decepciones, grandes o pequeñas. Igual que un partido de fútbol, en el que se puede perder ya que, como dicen los sabios de este deporte, el rival también juega. "Los padres no dejan que sus hijos hagan siempre lo que les viene en gana. Tienen que ponerles límites", comenta Pablo Jodra. "El fútbol te enseña a perder, porque antes o después pierdes. Y, además, te obliga a seguir un reglamento. Tienes unos límites".

Asumir responsabilidades
En un equipo siempre hay algún jugador que, o por su capacidad técnica o por el respeto que transmite, es el líder del vestuario. "Ser capaz de asumir responsabilidades es una actitud fantástica para la vida. Cuando un niño es elegido capitán de su equipo, asume responsabilidades –comenta Pedro Marcet–. Para reforzar este valor, decimos a sus padres que quizás le pueden dar más responsabilidades en casa".

La importancia del esfuerzo 
"Perdono que no se acierte en el campo, pero no que no se esfuercen". Este es el aviso que lanzó Pep Guardiola a sus jugadores el 17 de junio del 2008, día de su presentación como técnico. El resto es historia: tres Ligas, dos Champions... con una forma de jugar sublime. "Esfuerzo" es una palabra que, dice Jaume Cruz, no está suficientemente valorada hoy día. "Vivimos en una sociedad que, en general, prefiere recompensas rápidas. Creo que es importante que los niños aprendan el valor del esfuerzo. El fútbol puede ayudar en este sentido, porque sin esfuerzo no ganas los partidos y la recompensa llega al final del partido y de la temporada, tras mucho tiempo de entrenamiento". Además, interiorizar este valor proporciona otro beneficio interesante. "Te quita el miedo a perder. Tú no puedes controlar si vas a ganar o perder. Pero puedes controlar tu esfuerzo. Al centrarte en el esfuerzo, das lo mejor de ti".

La verdad por delante
Frank Ordenewitz es un exdelantero alemán que llegó a ser internacional alemán con el Werder Bremen. En un partido contra el Colonia, en 1988, golpeó el balón con la mano, pero el árbitro señaló saque de esquina. Ante las protestas de los jugadores del Colonia, el árbitro preguntó a Ordenewitz qué había sucedido. Este, en un arrebato de honestidad inusual en un campo de fútbol, reconoció que había sido penalti. Y su equipo perdió el partido. "No se debe ganar a cualquier precio –señala David Fernández–. No me gusta que mis jugadores simulen una falta". El engaño permite conseguir un objetivo a corto plazo. "Pero no es la mejor inversión a largo plazo –opina Pedro Marcet–. Enseñamos a los niños que una de las cosas que más les van a ayudar en la vida es que los demás confíen en ellos. Y para eso tienen que ser honestos".

Disfrutar de la vida 
"Salid y divertiros". Es lo que recomendó Johan Cruyff, técnico del Barça (1988-1996), a sus jugadores  antes de disputar la final de la Copa de Europa en 1992. No fue mal consejo, porque, finalmente, levantaron la primera Copa de Europa del conjunto azulgrana. Para Jaume Cruz, "el valor de la diversión es el que mejor captan los niños, sobre todo los más pequeños, cuando juegan a fútbol. Pueden acabar un partido y no saber quién ha ganado". Porque juegan por la diversión. Un valor, el de saber disfrutar, que vale la pena aplicar a otras esferas de la vida. "Divertirse es lo primero. Así que yo aconsejaría a los padres, por ejemplo, que cuando su hijo llegue a casa tras un partido no le pregunten si ha ganado. Creo que es mejor que le pregunten: ¿Te lo has pasado bien?".

Pero también hay que saber ganar
"Puede ser complicado gestionar el éxito en edades precoces", explica David Fernández, que trabaja en una de las canteras que más jugadores profesionales aporta. Los niños que juegan en las categorías inferiores de equipos como el Barça, el Madrid o el Espanyol han sido elegidos porque son mejores que los demás. "Y pueden ganar muchos partidos con  gran superioridad. Por eso, les enseñamos a llevar con naturalidad esta situación. No pueden faltar al respeto al rival aun venciendo por goleada. Les inculcamos que, por muchos partidos que ganen, eso no garantiza que vayan a vencer en el siguiente. No ganan porque sean buenos, sino porque se esfuerzan en cada partido". 

Fuente.: La Vanguardia.es



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