martes, 21 de abril de 2015

El respeto, la nueva mentira del fútbol



RESPETO: tratar a los demás con dignidad.

Existen entrenadores que están dispuesto a respetar a su presidente y a los entrenadores con los que convive pero a sus jugadores los humilla constantemente y al árbitro lo mismo. 

Este fin de semana he tenido que aclarar a algunos padres este concepto porque creo que hay poca sensibilidad al respecto en algunos clubes. Cuando me dirigí a un padre que estaba gritando a un árbitro en un partido de benjamines, lo hice con mucha tranquilidad y educación. Intenté hablar con él, pero cuando se dio cuenta de qué iba el asunto, se enfadó más y empezó a atacarme como si yo fuera ahora su enemigo. 

El argumento utilizado era básicamente que él no faltaba al respeto al árbitro porque no le insultaba. Pienso que ahí está el error de base más frecuente en los razonamientos de este tipo de padres. Respeto es mucho más que no insultar. Consiste en tratar a las personas que tienes delante con la dignidad que se merecen. Tal y como a ti te gustaría que te tratasen.

En la Fundación Marcet trabajamos este aspecto con el objetivo principal de ayudar a los entrenadores de nuestros equipos a controlar sus emociones y ser capaces de tratar al árbitro, a los entrenadores de los equipos contrarios y a los jugadores con respeto.

Esto que acabo de mencionar es muy fácil escribirlo en este artículo pero hay que comprender muchas cosas que no se pueden explicar si no lo has vivido en tu propia persona como entrenador de un equipo. Hablamos de emociones. Cuando llevas un equipo, como no tengas muy claro los objetivos que persigues, que no son otros que la formación de tus jugadores, es muy complicado tener un comportamiento correcto de respeto. Hay que ser un auténtico profesional para conseguirlo. 

La tensión del partido, la emoción de la jugada, la situación del resultado, el tiempo que pasa a gran velocidad, los ánimos del público, los errores del árbitro…tantas cosas son las que te influyen en un parido, que es complicado controlarte y puede ser que nos enfademos o que no estemos de acuerdo con alguna situación del juego: árbitros, entrenadores, jugadores o incluso el público. Y, como consecuencia de todo esto, podemos caer en el error de faltarle al respeto a alguien. 

Es divertido ver como cuando termina el partido, todo son abrazos y felicitaciones. Ya acabó la tensión y ahora ya somos personas respetuosas. Como si la competición fuera algo diferente del mundo real donde está permitido todo, dejando de ser personas educadas y respetuosas porque lo permite el deporte. ¿Es que acaso no he de tratar con dignidad al árbitro durante el partido? Hay un acuerdo tácito generalizado que aparenta que no pasa nada si me meto con él. Quizá porque lo vemos tanto por la televisión que nos parece normal. Y no lo es.

No podemos tener dos comportamientos, durante el  partido y después del  partido.

Ocurre algo parecido con los padres. Te los encuentras antes del partido y luego los ves durante el partido y la transformación es alucinante.

Por eso, cuando tu objetivo con estos niños no es ponerte una estrella en la solapa sino formarlos como futbolistas y como personas, la situación cambia. La responsabilidad que recae sobre ti, tiene más peso que la tensión del partido y eso te permite controlar tus emociones con más facilidad ya que la victoria o la derrota no son tan importantes como el ejemplo que les das a tus jugadores en todo momento. Ellos ven en ti un espejo en el que se ven reflejados y actúan en consecuencia según lo que tu les transmites.

El presidente es una persona importante y por eso le muestras respeto. Pero al resto de las personas que te rodean en tu actividad deportiva, no parece necesario esa misma actitud. 

¿Cómo tratas a tus jugadores? ¿les gritas cuando se equivocan? ¿les pones en ridículo delante de los demás para humillarlos más? ¿cómo son tus comentarios durante el partido? ¿tienes en cuenta que son niños y no máquinas? ¿eres consciente de que aquel está pasando un mal momento en su casa? ¿te interesas por ellos alguna vez? ¿crees que se merecen el trato que les estás dando? ¿por qué estás siempre tan antipático con ellos? ¿por qué eres tan cenizo que sólo eres capaz de ver lo que hacen mal? ¿te gustaría que te trataran así? 

El entrenador que quiere ser un líder con sus jugadores, debe ser capaz de hacer el esfuerzo de respetar a todos los miembros del equipo y en general a cualquier persona humana con la que nos relacionemos: el personal de limpieza, el árbitro, el público. Todos son importantes y tienen una dignidad que hay que respetar y valorar.

En la Fundación Marcet procuramos darle mucho valor a las personas anónimas que hacen posible que todo sea más agradable y el trato con ellos debe ser de primerísimo nivel pensando en lo mismo: todos las personas son importantes independientemente del puesto que tengan. 

Todos los trabajos tienen su valor pues son eslabones de una cadena muy consistente. Los que limpian la instalación agradecen esa sonrisa y ese saludo que les hacemos cuando llegamos (ellos quizá han llegado a trabajar dos horas antes para que tu te lo encuentres todo limpio).

Por ejemplo, una falta de respeto es llegar tarde al entrenamiento. Los mensajes que transmitimos a nuestros jugadores cuando hacemos esto son los siguientes: 

  1. Su tiempo es más importante que el mío.
  2. Si fuera una persona importante para él, hubiera llegado puntual con lo que no soy importante.
  3. No tiene mucho compromiso porque le da igual no llegar a a hora.

Otro ejemplo de falta de respeto es la improvisación en los partidos y en los entrenamientos  que indica que el entrenador no valora a sus jugadores y les priva de algo que tienen derecho que es a aprender de su entrenador al máximo.

Quizá tengas un segundo entrenador que te ayuda a llevar el equipo. ¿Cómo lo tratas? Piensa que está aprendiendo de ti. ¿Que ejemplo le das? ¿Es la persona que tienes para llevar las botellas de agua, recoger las camisetas y llevar los balones? ¿es el que te hace el trabajo sucio o es la persona a la que consultas tus decisiones para tener una segunda opinión, a la que le vas adjudicando ciertas responsabilidades según su capacidad? 


A veces compruebas que el egocentrismo del entrenador provoca un despotismo total con las personas que tiene alrededor.
Fuente.: Mi Fútbol

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