Entrenar a jóvenes es
algo más que transmitir tácticas de fútbol, teorizar y hacerles progresar en la
técnica futbolística.
Un buen entrenador de
futbolistas en ciernes debe entender primero al hombre y después al deportista.
La relación entre entrenador y jugadores debe establecerse con serenidad,
confianza, respeto mutuo
Sin duda, están formando hombres de futuro
El entrenador tiene unas
responsabilidades básicas, en primer lugar la que dimana del propio formador
(Prefiero que no sepa de fútbol pero que sea un ejemplo como persona); también
la que surge del propio club que les paga; en suma, un club empeñado en esa
labor de cantera adquiere una gran responsabilidad con la propia sociedad en la
que se desenvuelve
Porque un club dedicado
con empeño y plena conciencia a este cometido, debe tener perfectamente
interiorizados los métodos sobre qué formar y para quiénes. Incluso su masa
social debe conocer estos objetivos con toda claridad para que los hagan suyos
y los apoyen incondicionalmente.
Por último, sus
directivos deben involucrarse en esta misión con mayor empeño que dejarse ver
los domingos en el palco del primer equipo.
Esto sería lo ideal.
Pero demasiadas veces queda esa labor al albedrío de la buena voluntad de
entrenadores que se manejan bien en este campo, pero exclusivamente a título
personal.
Y esta labor es
colectiva, debe ser una política clara del club. Los jugadores quieren de sus
entrenadores una serie de consejos que les refuercen en su desarrollo y
formación, necesitan apoyo moral, referencias, una relación serena y de
amistad.
Un simple consejo, o un
exabrupto fuera de lugar, pueden abrir caminos o cerrarlos. Incluso una
posición de Yo soy el entrenador puede dar lugar a que cada parte adopte
distancias inadecuadas, la creación de una autoridad ficticia, a un problema de
respeto mutuo por cuanto no debe estar reñido el trabajo duro con la distinción
de que una broma es una broma
Es lógico que el
entrenador incida sobre muchos aspectos del jugador que dará lugar a que éste
reaccione hasta con incomodidad, incluso lo tildarán de pesado
Porque son demasiadas
recomendaciones a la vez:
Consejos sobre
vestimenta, hábitos alimenticios, calzado adecuado o inadecuado para
entrenamientos y partidos, actitud frente al trabajo en entrenamientos y
partidos, recomendaciones sobre tabaco, alcohol, frutas, bebidas, lesiones,
incluso hasta cómo se deben atar las botas
Son tantas cosas sobre
las que puede incidir un entrenador de jóvenes que su insistencia puede dar
lugar a ciertos rechazos
Por eso es fundamental
la actitud mutua, la confianza. Porque entrenar a jóvenes futbolistas es una
actividad socialmente responsable.
Hasta los propios
estatutos del club tendrían que estar más desarrollados en este aspecto,
definiendo la misión tanto de dirigentes y entrenadores respecto a la formación
de los jugadores de cantera.
Siendo una actividad
atractiva e interesante, una mala utilización de los fines y medios pudiera dar
lugar a una deriva inadecuada.
Por ejemplo, los
entrenadores responsables no deberían hablarles de manera despectiva, demasiado
insistente en los defectos, no haciendo gracias de mal gusto en conjunto cuando
afectan a un individuo en particular, manejando el sentido del humor con el
máximo cuidado porque un comentario desafortunado puede hacer mucho daño a un
jugador concreto pero también al conjunto.
Los entrenadores de
cantera deben ser expertos en incentivar, en interesar a los jugadores por el
fútbol, en motivar ambientes para que el jugador además de trabajar bien se
divierta en entrenamientos y partidos, en saber elegir pero sin discriminar
entre buenos y malos, en no precipitarse en hacer nominaciones tempranas de
listos y torpes, figuras y tuercebotas
Porque incluso los entrenadores más
listos, los que mejor ojo clínico tienen o hayan tenido, pueden fallar
estrepitosamente en sus dictámenes sobre todo tratándose de gente en formación.
Leí hace poco a Mercé
Conangla, psicóloga y escritora, que Educar es extraer lo mejor de una persona,
ayudar a dar salida a su potencial; no se trata de llenarla de conocimientos,
sino de iluminar mente y corazón.
Es urgente ofrecer a
nuestros niños modelos más creativos, amorosos, pacíficos y autónomos.
Me gusta muchísimo esta definición para lo que
estamos concretando.
Porque el mundo del
fútbol está lleno de juguetes rotos y de elecciones precipitadas; en unos casos
por dictaminar que aquel niño es un fenómeno y luego se pierde; o al revés,
aquel joven es muy malo pero luego explota como un jugador altamente
competitivo.
De ahí la insistencia, tanto
por la responsabilidad que se adquiere con el club, con sus jugadores y con el
entorno que potencia y apoya esa labor de cantera.
El desarrollo de las
aptitudes de un jugador requiere de sus entrenadores fuertes convicciones pero
también un determinado conocimiento, sobre todo en la materia específica de
formar personas.
De educar como
señalábamos antes. Educar. ¡Qué palabra tan bonita! Y es una labor que no puede
improvisarse, que no se debe ejecutar de manera espontánea ni ambigua, de
manera intermitente, no dejarlo al librillo de cada entrenador sino que el
club tiene que estructurarse adecuadamente a la cultura que quiera transmitir.
Se suele decir: Tenemos una buena camada; o Este año no tenemos buena
cantera
Porque, la localización
de buenas fuentes de jugadores a lo mejor depende de tener entrenadores buenos
y dedicados, socialmente responsables como el mismo club debe asumir. Suele
decirse de La cantidad sale la calidad, pero todos miran hacia los jugadores
y pocos entrenadores y responsables de los clubes se sienten aludidos.
Hay poco debate sobre la
creación de modelos prácticos, éticos, que contribuyan con claridad a los
objetivos sociales de la sociedad deportiva.
Deberíamos hacer algunas
preguntas: ¿Hemos definido nuestro modelo de cantera? ¿Tenemos los entrenadores
adecuados? ¿Cómo preparamos a los entrenadores y a los jugadores? ¿Se les paga
adecuadamente a los técnicos como para dedicarse plenamente a esta misión? ¿La
dedicación es total o mediopensionista? ¿Tenemos espíritu profesional de
formación de cantera o somos meros aficionados voluntaristas? Si no tenemos
respuestas adecuadas, mejor no hacernos preguntas porque es más cómodo dejarlo
todo al sistema anacrónico de toda la vida, a un sistema de lotería si toca,
toca
Y de pronto, como las setas en el campo, aparece un jugador de cantera
que nadie sabe nada de él
Un deportista en primer
lugar es persona y sus comportamientos, su manera de hacer, es fiel reflejo de
su vida como ciudadano común.
Así que el proceso de
formación atlético, biológico, personal, es un proceso ordenado. Por otra
parte, siempre pensé que los equipos primero se forman fuera del campo de
juego, con personas hechas y derechas que luego practican fútbol, con mayor o
menor habilidad.
Detrás de estos personajes
tiene que haber entrenadores íntegros.
Entrenar es enseñar las
respuestas productivas y olvidar las respuestas improductivas, podría ser una
buena guía para futbolistas que disponen de potencialidades diversas,
futbolistas en ciernes que también tienen ciertas debilidades
El bagaje mínimo
que los jugadores esperan de sus entrenadores es la paciencia, la comprensión,
la comunicación sincera, la generosidad y el aliento
Porque, aunque no lo
lleguen a confesar, muchos entrenadores se pasan horas y horas buscando las
mejores soluciones ya que no tienen todas las respuestas. Y malo aquel que ya
lo sabe todo de todos
Cuanto mejor es el entrenador reconocerá que todos los
días aprenden de sus propios jugadores.
Las variables continuas
que plantean los jugadores, los retos de cada partido, las dificultades que
generan las competiciones precisamente por ello se progresa, porque hay que
vencer todos los días unos problemas imprevistos a los que hay que encontrar
soluciones positivas. Y a ese nivel competitivo necesitamos futbolistas muy
preparados en todos los aspectos señalados. Aquí viene a cuento el aforismo
africano que otras veces ya he utilizado: Para formar bien a un hombre, se
necesita a toda la tribu.
Porque, como leí a
Robert Simón si vencer lo fuera todo, siempre podríamos alcanzar la victoria
simplemente programando encuentros contra oponentes sumamente inferiores tanto
el ganador como el perdedor pueden competir bien y tener muchos motivos de
orgullo.
También, es verdad,
existen trucos de esta naturaleza. Aunque la mayoría de las veces se puede
aprender más cuando se pierde que cuando se gana.
El deporte competitivo
es una búsqueda de la excelencia a través del reto y para eso se necesita un
aprendizaje; por supuesto, alguien tiene que transmitir esas enseñanzas.
De ahí, la
responsabilidad de los entrenadores de cantera. Éstos deben moldear lo primero
su propio estilo de dirección así como actualizar sus conocimientos.
Es muy frágil la materia
con la que trabajan, pero es una aventura encomiable, apasionante más bien.
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