- Durante los partidos de fútbol base que se disputan entre niños cada fin de semana intervienen distintos protagonistas. Además de un terreno de juego adecuado, jugadores, entrenadores y padres, existe una figura necesaria sin la cual ningún partido podría disputarse: el árbitro.
La labor del árbitro, muchas veces criticada, no debe limitarse a sancionar y aplicar el reglamento. El colegiado es un factor fundamental para la buena educación en el fútbol base y deben colaborar en la formación de los más pequeños explicando las normas básicas y fomentando el aprendizaje y el juego limpio.
La figura del árbitro no está muy valorada por los seguidores del fútbol y en ocasiones, a estos deportistas se le falta al respeto, se trata de una figura muy estigmatizada. El colectivo arbitral en muchas ocasiones (incluidos los medios de comunicación) es culpado de las derrotas y victorias de muchos equipos. La causa como explica la psicóloga deportiva Yolanda Cuevas es que “la sociedad es tan competitiva que sobrevalora la victoria y es más fácil culpar al árbitro que asumir los propios errores“.
La intervención arbitral es fundamental a edades tempranas para fomentar valores como ladeportividad y el juego limpio. Los jueces de los partidos deben arbitrar para educar pero los padres, tutores y entrenadores deben hacerlo también de forma activa. Cuando gritas, insultas y en el peor de los casos, agredes a un árbitro también mal educas en tu hijo en contravalores.
En el fútbol base los encargados de arbitrar son en la mayoría de los casos principiantes, igual que sucede con los jugadores son personas muy jóvenes. En teoría los árbitros noveles conocen los términos teóricos y están preparados de sobra pero como explican los miembros del sindicato de árbitros, de la teoría a la práctica “va un largo camino y hay que recorrerlo pacientemente para la maduración del árbitro”. La manera de formar al árbitro será fundamental para que su manera de arbitrar colabore en la formación de los más pequeños.
El colegiado debe tener clara una premisa inicial y es que arbitrando también se educa. Debe tener una actitud dialogante con los pequeños futbolistas así como asumir un papel didáctico dentro del campo. El peso didáctico recae sobre padres y entrenadores, pero el árbitro colaborará con ambos para lograr ser una figura referente y para ello necesitará una amplia preparación. El árbitro referente debe estar entrenado en las facetas teórica, técnica, física, táctica y psicológica.
Los valores exigidos para ser un buen árbitro en las categorías inferiores no coinciden con los de la élite. Entre los más pequeños es más correcto que corrijan y enseñen antes que sancionen.
Un ejemplo clarificador es el caso del saque de banda. En muchos partidos los niños sacan mal, no pasan el balón por detrás de su cabezas o saltan para tratar de impulsar el balón y llegar más lejos. Lo correcto en la élite es sancionar y que sea el equipo contrario el que retome el juego. Sin embargo en las categorías inferiores y en especial en prebenjamines, benjamines y alevines donde los niños son más pequeños, lo más correcto será explicar al jugador como se debe sacar de manera correcta.
El árbitro se acercará y explicará la forma correcta de coger el balón y dialogando con el niño le aclarará que no puede saltar y lo que ha hecho mal. A continuación mandará al mismo jugador repetir el saque hasta que lo haga de la manera adecuada. De esta manera el árbitro será otra figura educadora para los más pequeños como lo son los entrenadores.
El colectivo arbitral defiende que exista un cambio de mentalidad y valores, y dejen de verse errores arbitrales por todos los lados. El especialista en arbitraje Juan Más, redactor de la publicación Mundosilbato explica la importancia de la correcta formación de los árbitros. Además deberán saber actuar de la manera adecuada en casos en los que se creen circunstancias complicadas, la mayoría de ellos, con padres conflictivos.
La expresión “han perdido por culpa del árbitro” debe eliminarse por completo. El colegiado trata de hacerlo de la mejor manera posible y en ocasiones como ser humano comete errores pero es un grave error culpabilizar de los malos resultados. Cuando un padre o entrenador utiliza esta frase está maleducando al futuro jugador, que debe ser enseñado tanto a saber ganar como a saber perder.
Uno de los precursores de que existan esos prejuicios sobre los errores arbitrales y la importancia de los árbitros son los medios de comunicación. En los periódicos, televisiones y radios muchas veces se culpa (tanto los periodistas como los jugadores, entrenadores y directivos) a los árbitros por un resultado, una decisión incorrecta o una mala actuación. Los equipos de élite muchas veces intentan justificar sus malos resultados en una decisión arbitral y los medios como se puede ver en la siguiente imagen, entran en el juego.
Por último y bajo ningún concepto debe existir violencia en un campo de fútbol, una situación que es mucho más grave si hablamos de fútbol base. Después de preguntar a un variado grupo de árbitros la amplia mayoría coinciden en que lo que debe cambiar es el comportamiento y la implicación de los padres, que en ocasiones se olvidan del objetivo para el que sus hijos juega: divertirse.
Los miembros del Sindicato de Árbitros defienden una norma que guíe sus actuaciones: “Con violencia no hay partido”. El árbitro referente deberá ser otro figura más en la educación de los más pequeños y no permitir bajo ningún concepto ningún tipo de violencia, insultos ni amenazas.
Fuente.: mfb
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