martes, 23 de febrero de 2016

No es lo mismo aprender que enseñar.



No es lo mismo aprender que enseñar.

En una cosa estaremos de acuerdo: a jugar al fútbol se aprende jugando. Esto que parece tan sencillo se está perdiendo, porque el juego como tal ha desaparecido en la mayoría de los jóvenes de los países desarrollados. Por suerte esto no sucede en todas partes del mundo, seguramente en estos momentos en cualquier rincón de Haití un grupo de jóvenes con la ilusión de llegar a ser grandes estrellas del balompié, estarán entrenando en un campo de tierra con mucho polvo, descalzos, con un maltrecho balón, etc…
Allí pasaran horas y horas aguantando altas temperaturas, malas condiciones climatológicas, pero no les importara estarán haciendo algo que les divierte y les hace felices: “JUGAR al fútbol”. Esto mismo estará pasando en muchos otros lugares del planeta tierra. Y es que si algo tiene este deporte es que se trata de un juego muy simple, en el que no se necesitan demasiados gastos ni técnicas sofisticadas para practicarlo. Basta con una pelota o algo parecido y ganas de jugar.
Si esta imagen la trasladamos a las ciudades de los países desarrollados cada vez nos costara más encontrarla. Principalmente por la falta de espacios libres, por la vida cómoda de muchos jóvenes y la diversidad de entretenimiento del que disponen (video juegos, redes sociales, etc.) Ahora todos estos niños desde edades muy tempranas se inician al fútbol en algún club o escuela de fútbol, antes esta iniciación se hacía con una pelota y en cualquier parque o espacio que encontráramos que nos garantizara la seguridad de poder pasar el tiempo que quisiéramos jugando al fútbol.
Jugábamos a todas horas, aprendíamos de nuestros errores y nos daba la posibilidad superarnos dependiendo del esfuerzo que pusiéramos de nuestra parte.
Estábamos deseando llegar del colegio para bajar a la calle a jugar a la pelota, cualquier cosa era válida: Los bancos del parque eran la portería, o dos árboles eran los postes, podíamos utilizar la pared, el campo era todo lo que media la plaza, etc.
A día de hoy, todo esto ha cambiado y todo este aprendizaje que recibíamos jugando en la calle es muy difícil que lo recojan los niños de ahora. La primera enseñanza que reciben ahora por la mayoría de monitores es la que ellos aprendieron en el fútbol adulto. Con entrenamientos dirigidos que imposibilitan el descubrimiento del juego por sus propios medios. Muchos de estos monitores quieren obtener resultados de manera inmediata, entrenando a niños pendientes de las instrucciones de su entrenador en todo momento, no siendo capaces de tomar sus propias decisiones y jugar por su propia cuenta. Estamos convirtiendo a los niños en jugadores dependientes dirigidos por el entrenador desde el banquillo, cuando debería ser todo lo contrario. Tienen que vivir sus experiencias, resolver los problemas que se les planteen en entrenamientos y partidos, nosotros debemos darles las herramientas para ello pero no las soluciones. Si no es así, flaco favor les estamos haciendo.
Dichos entrenadores están obsesionados con lo que enseñan, sin darle importancia a lo que aprenden sus jugadores. Los niños deben salir del entrenamiento con la sensación de habérselo pasado bien. Teniendo muy claro que se enseñe lo que se enseñe los niños aprenden lo que hacen, sobre todo si lo hacen a gusto.
Fuente: lasoledaddelentrenador

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