¡Qué bien sabe la victoria! Ganar un partido, un torneo o una partida es una fiesta para todo el mundo y sobre todo para los niños. Sin embargo, tan importante como celebrar la victoria es saber perder y además hacerlo dignamente. Este es un valor que hay que enseñar a los niños, porque de la misma manera que hay que respetar a los rivales, debemos ser conscientes de las virtudes propias.
Enfadarse después de perder es algo normal, no es sólo cosa de niños y llevar a la práctica la famosa frase de consolación "lo importante es participar" es un reto que requiere esfuerzo y voluntad por parte de cada uno. Para los niños es más dificil todavía porque no tienen la madurez emocional necesaria para controlar sus sentimientos, son muy egocentristas por su condición de niños, desean ser el centro de atención de todos los que les rodean y no llevan bien eso de no obtener lo deseado.
Unas veces se gana y otras se pierde
En ocasiones, los niños convierten su terreno de juego, ya sea una cancha o un parque infantil, en un campo de batalla. Todos quieren llevar la voz cantante, dedicir a qué se juega, la formación de los equipos, las reglas del juego... Así, antes de empezar a jugar ya se han convertido en pequeños mandones, líderes en potencia a los que les gusta decidir a qué se juega, cómo y con quién. Una vez dentro del juego, algunos llegan a hacer trampas para salirse con la suya y ganar a toda costa, pero ganar o perder no depende sólo de uno mismo, generalmente es una labor de equipo, a la que cada uno debe contribuir con su granito de arena y la suerte es un azar que también juega, una veces a favor y otras en contra.
En esta dificil tarea de educar a los hijos resulta esencial que comprendan que unas veces se gana y otras se pierde, que no saber perder hará que se ganen la antipatía de sus compañeros y que ser un tramposo para lograr la victoria sólo conseguirá que los demás le cuelguen el cartel y prefieran no jugar con él porque no practica el juego limpio.
Para lograr estos objetivos es fundamental que los niños se acostumbren a oir la palabra no, porqueel no también educa, que conozcan el verdadero significado de la palabra respeto, que evitará la humillación y el ridículo del perdedor, y que vuestro ejemplo sirva de hoja de ruta para el comportamiento del niño en el futuro. Ganar unas veces y perder otras es el precio por disfrutar de una actividad compartida.
Marisol Nuevo.
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