La formación de un futbolista
Luis Fradua, Coordinador Fútbol Base del Athletic Club
¿ A qué llamamos formación del futbolista ?
La respuesta es bastante sencilla, formar es preparar a un niño o niña para ser futbolista. Esta preparación es compleja, existen numerosos detalles a tener en cuenta. Sin embargo, en este primer apartado pretendemos reflexionar sobre el nivel del futbolista, el aficionado, el profesional.
Es importante en primer lugar identificar al grupo de jóvenes a los que dirigimos nuestra labor formadora, ver si tienen las capacidades básicas para ser un profesional, ver el momento en el que nos encontramos en el proceso. Puede que cometamos un error inicial al pretender formar a jugadores cadetes con escaso nivel para ser jugadores profesionales, ni queda tiempo, ni tienen las cualidades suficientes. En este caso orientaremos nuestra labor hacia una formación deportiva más general, que sean jóvenes sanos, que se diviertan con el fútbol, que conozcan nuevos compañeros etc. Los medios de entrenamiento serán diferentes, la exigencia será diferente, más flexible. Con niños pequeños, en edades alevines y benjamines la formación es muy parecida para todos, se tratará de utilizar el fútbol como un medio, adaptándolo a las características de un niño, dimensiones, material, juego y diversión.
¿ Cómo formar a un/a futbolista ?
En primer lugar es necesario comentar algunas ideas sobre el debate clásico, el jugador nace o se hace. Creemos importante aclarar esta cuestión. Cada vez es más indudable la importancia del entrenamiento y las experiencias que tiene el deportista en comparación con las cualidades innatas, especialmente en fútbol. Exponemos una cita de Baker, 2001, citado por Hohmann (2003). Parece estar claro que la herencia puede jugar el mismo rol importante que la educación del talento en un deporte que depende de uno o dos componentes, como el atletismo. En todos los demás deportes, especialmente en aquellos donde las habilidades para el tratamiento de la información, es decir habilidades para ver al compañero, balón, oponentes en constantes cambios y a diferentes velocidades, como en fútbol, el rol de la práctica o entrenamiento intencionado es más importante que el componente genético. Además en fútbol los componentes son muy diversos, psicológicos, físicos.
Influyen innumerables aspectos en el talento de un jugador, diferentes teorías del aprendizaje nos dicen que desde muy temprana edad se desarrollan las capacidades para cualquier actividad. Cuando realizamos una primera evaluación a un niño/a que con 10 años nos muestra unas cualidades magníficas y a otro que no las posee, decimos que uno ha nacido futbolista y el otro no, desconociendo la actividad previa que han realizado hasta esa edad. De hecho, el entorno familiar en los primeros años influye notablemente, los juegos que realiza con los hermanos, padres, si vive en la ciudad o ha correteado y saltado incansablemente en el campo.
Una vez que a los 10 ó 12 años se han identificado a los jugadores con mayores habilidades se inicia el proceso de formación en los clubes. Creemos conveniente planificar este proceso para controlar lo que estamos haciendo.
En primer lugar, es necesario reflexionar acerca de las habilidades que son necesarias para ser futbolista profesional. Como deporte abierto y con numerosos componentes es difícil plantear un perfil exacto. Algunos futbolistas de Primera División destacan por su calidad con el balón, otros por su fortaleza física, otros por el carácter ganador. En cualquier caso todos ellos cumplen unos requisitos mínimos en el resto de componentes. Esta es nuestra idea, formar jugadores que, respetando y perfeccionando el aspecto sobresaliente que les hace destacar sobre la media, mejoren hasta los mínimos necesarios en todos los demás componentes que requiere el fútbol. Por ello, se estudian las edades en las que se debe entrenar unos contenidos y no otros. Sabemos que la resistencia anaeróbica no debe adelantarse a edades anteriores a los 13 ó 14 años, que las habilidades técnicas serán el sustento de las posteriores decisiones tácticas del individuo. Posteriormente se analizan los medios de entrenamiento, sabemos las ventajas que ofrecen las situaciones reducidas en iniciación respecto al juego colectivo de 11x11, los aspectos positivos de las tareas integradas con balón mediante el juego, la necesidad de exigir una reflexión al jugador cuando realiza alguna acción para que sea inteligente en el partido.
Los numerosos contenidos a entrenar se organizarán en las diferentes etapas de forma progresiva. Utilizaremos la competición como una situación problema para observar el comportamiento de los jugadores, es un examen, variable, en diferentes puestos, ante diferentes oponentes, sin estar supeditados únicamente al resultado, servirá de nueva experiencia. Pero para todo ello, hay que explicar a los padres, a los directivos, nuestras intenciones, que todos entiendan que sacrificar el resultado en etapas tempranas es reforzar las cualidades de los jugadores en etapas posteriores. Rotar a los jugadores de 10 y 12 años es provocar dificultades nuevas, un jugador que se acostumbra a jugar en banda no aprende a tener oponentes en todo su alrededor como le ocurre a un pivote en el centro del campo, colocar al “grande” de delantero centro o central desde los 10 años, sin saber si crecerá más o menos, es limitarlo. Todos conocemos jugadores que han desarrollado antes y que sin embargo luego se han quedado, se han quedado en estatura y en experiencias variadas. Es fácil decirlo, ¡ya!, pero si no gano me echan. Seguiremos intentando convencer a más gente.
Es relativamente sencillo planificar el entrenamiento si se cuenta con recursos y personal cualificado. Personal cualificado, ¡este sí que es un aspecto importante!. La calidad de los entrenadores se basa en una formación adecuada, en experiencias previas como jugador o entrenador, pero además en una inquietud constante por parte del entrenador de mejorar y aprender día a día. La idea de que en el fútbol todo está inventado nos parece muy peligrosa para los entrenadores nuevos. Nos gusta más la idea de que cuanto más sabemos mejor apreciamos todo lo que nos queda por aprender. Y al final de todo ello, está el cariño, la paciencia, el sacrificio y la modestia del entrenador de base. Cualidades que se deben utilizar de distinta manera según las edades a las que nos enfrentamos, niños, jóvenes o adultos.
Parece muy fácil hacer futbolistas, teóricamente, pero la realidad es otra, en las mejores escuelas del mundo el porcentaje de futbolistas del más alto nivel respecto al número de niños y niñas que empiezan es muy reducido, al final siempre falta algo, las lesiones, errónea selección, el entorno familiar, una lenta progresión, falta de motivación, excesiva presión, métodos inadecuados, entrenadores no cualificados etc. De todos los inconvenientes que se aprecian el objetivo de una entidad como el Athletic Club es reducir los errores en todos estos ámbitos. No existe una única solución, son muchos los frentes de mejora. Estamos en ello.
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