Un vestuario de fútbol es un grupo humano de gran complejidad que debe ser analizado de manera colectiva pero partiendo del conocimiento de cada uno de los individuos que forman parte de él.
La gestión de este grupo humano resulta, en la mayoría de los casos, determinante en la consecución de los objetivos; es por ello que se le debe prestar la atención necesaria. Son muchos los casos en los que los futbolistas ponderan en primer lugar la buena o mala gestión que un entrenador hace del vestuario por encima de sus decisiones tácticas o estrategias.
El entrenador debe ser consciente de que el jugador antes que futbolista es persona y tiene un carácter propio y una forma de ser arraigada. Hay los jugadores complicados de llevar, los egoístas y egocéntricos que se creen que están por encima del grupo. Hay los jugadores líderes, comprometidos con el club, con el entrenador en cuestión y los compañeros de plantilla, y también hay los que no se hacen notar ni para bien ni para mal. Esta clasificación es muy genérica y personal. La tipología de personalidades dentro de un vestuario puede ser clasificada de manera más detallada y específica pero para el caso que me ocupa está clasificación general clarifica un poco lo que te puedes encontrar dentro de un vestuario.
Cada vez más la psicología esta más presente en la preparación de un equipo de fútbol por lo que la gestión del vestuario es clave en el rendimiento del equipo. Hay entrenadores que le dan mucha importancia, otros poca y otros la justa y necesaria. Todos con su razón, es su planificación y cada uno sabe o cree saber lo que necesita su grupo.
Hay entrenadores que llegan a un equipo y ya tienen identificados a los jugadores conflictivos para la cohesión grupal. Si a nivel futbolístico no son del gusto causarán baja, no hay duda. Si pasa lo contrario y a nivel puramente futbolístico son jugadores interesante o incluso importantes se abre una encrucijada en la que el entrenador es el único responsable: ¿contar con ellos a pesar de los problemas que puedan acarrear o darles la baja?. Para algunos entrenadores la decisión es sencilla, lo tienen claro: suma deportivamente, lo quiero; resta en el vestuario, no lo quiero. Visiones distintas, en una prima el fútbol más estrictamente hablando, en otra la cohesión grupal. Las dos buenas decisiones o las dos malas decisiones, el tiempo dirá. No hay dos casos iguales, el haber tomado una decisión correcta en el pasado con un jugador no te asegura que esa misma decisión sea correcta con otro jugador. Individualizar y analizar el contexto colectivo e individual es una de las claves.
Pero no todos los entrenadores tienen las ideas tan claras o son tan cuadriculados a la hora de tomar decisiones : o si o no. Hay entrenadores que intentan luchar contra lo que muchas veces acabará siendo incambiable: adaptar a ese jugador a un contexto grupal, transformarlo. Muchos lectores pensaréis que es imposible transformar un jugador, que son como son; otros pensaréis: bonito reto, pero agotador; otros que es posible, pero que es pérdida de tiempo; todo aceptable, todo coherente.
Es gratificante ver como peleas por un jugador con un componente psicológico complicado para tu grupo y consigues ayudarlo a integrarse y consigues un mejor rendimiento colectivo a través de un correcto funcionamiento del vestuario; pero también es muy frustrante ver que como entrenador empleas todos los mecanismos a tu alcance en ayudar a ese jugador y él no responde a esos gestos. ¿Pérdida de tiempo? Hay quien piense que sin duda SÍ es una pérdida de tiempo y otros como yo que piensen ” conciencia tranquila, ahora, a seguir “.
La comunicación puede ayudar a resolver conflictos. Para ello debe ser de doble sentido, si una de las partes no quiere comunicar no hay nada que hacer. Mi experiencia como entrenador me ha enseñado que cada caso es diferente. Nunca he dejado de intentar pelear con los jugadores más complicados. Algunas veces ha sido una satisfacción enorme ver una evolución positiva, otras veces una frustración grande el no ser capaz de reconducir la situación y otras es inevitable mirar atrás y plantearse el porque no se tomo una decisión drástica antes de comenzar la temporada.
Lo que sí me ha enseñado mi experiencia hasta ahora es que el grupo está por encima de todo y que los egos personales es inevitable que existan pero deben tener un limite marcado que cuando sobrepasan y afectan al grupo hay que tomar medidas. Han sido muchos los equipos de fútbol profesional que se han desprendido de grandes jugadores y que a nivel colectivo les ha resultado beneficioso. El ejemplo más claro quizás sea la llegada de Guardiola al Barcelona y las bajas de Deco, Ronaldinho y Eto’o; el camerunés al final se quedó y su rendimiento deportivo ayudó y mucho pero su carácter y su cohesión con el grupo duró apenas unos meses, al año siguiente causó baja. Guardiola sabía lo que hacía.
En el fútbol más modesto, el de tercera división y preferente, hay muchos casos de jugadores con egos extremos que se consideran más importantes que el grupo, que viven en los mundos de yuppi y que no se dejan aconsejar y ayudar. Esos jugadores o cambian rápido, en primer lugar, por su propio beneficio y, en segundo lugar, por el del colectivo o están abocados a ir de equipo en equipo dejando huella… mala huella, una huella difícil de borrar.
Como dijo el gran Alfredo Di STefano: ” ningún jugador es tan bueno como todos juntos” o ” ningún jugador vale más que el equipo”
Para acabar, creo que los entrenadores debemos de intentar luchar por los jugadores ( personas ), pero hasta un límite donde ya no hay punto de retorno y donde el grupo y solamente el grupo debe prevalecer por encima absolutamente de todo y todos.

Fuente:. Feintor.com