No cabe duda de que la mayoría de los padres desean lo mejor para
sus hijos en todos los aspectos de la vida. Y el deporte no es una excepción.
Sin embargo, los horarios, la fatiga, los desplazamientos o el
exceso de trabajo hace que, en ocasiones, no puedan dedicar todo el tiempo que
quisieran a participar y disfrutar de las actividades deportivas de sus hijos.
Por este motivo, en nuestro entorno, se acostumbra a delegar la
educación deportiva de los niños en un club o escuela deportiva. Ahora bien, esto
no significa que los padres deban depositar toda la responsabilidad educativa
de sus hijos en manos de los entrenadores ni que puedan desentenderse de su
preparación deportiva.
Al contrario, los padres son una parte importante del equipo y su
cooperación es esencial para alcanzar el éxito.
Sin su interés y colaboración difícilmente se podrán alcanzar los
objetivos propuestos por el Club.
Por ello, es imprescindible que padres y entrenadores se pongan de
acuerdo sobre cuáles deben ser los objetivos prioritarios de la actividad de
los deportistas, ya que, si no trabajan en la misma dirección, la posibilidad de
malos entendidos puede impedir la consecución de las metas fijadas.
Somos de la opinión de que siempre ha de existir una franca y
fluida comunicación entre los padres de los jugadores y los responsables
deportivos, una comunicación de doble vía en la que tan importante sea saber
hablar como saber escuchar.
Además, el mensaje a transmitir es bien sencillo: tus hijos están
en buenas manos y siempre se va a buscar lo mejor para ellos como personas. Así
pues, como padre o madre responsable:
Toma buena nota de estas cinco recomendaciones, piensa en la
importancia que tienen en el aprendizaje deportivo y en el desarrollo personal
de los jóvenes deportistas y procura ponerlas en práctica, sin duda ayudarán a
que la experiencia deportiva de tu hijo/a sea cada vez más positiva. Recuerda
también que hay que recompensar tanto las buenas actuaciones como el resultado.
¡Sé entusiasta! El entusiasmo es
contagioso, y los niños aprenden y se desenvuelven mejor en los ambientes
agradables y divertidos que en los rigurosos y aburridos. Haz todo lo posible
por presenciar alguno de los entrenamientos o de los partidos de tus hijos,
pero nunca prometas dedicar más tiempo del que razonablemente puedas conceder.
Si así lo haces, si te esfuerzas en seguir estas indicaciones y
ver la parte positiva del tema, habrás dado un gran paso para llegar a ser un
padre “DE PRIMERA”, un padre o madre que sabe que sin su presencia, su ayuda y su ejemplo es imposible que su hijo llegue a ser un buen deportista.
- Muestra un interés adecuado por el deporte de tus hijos.
- Acepta sus éxitos y fracasos deportivos.
- Ayuda a que tomen sus propias decisiones.
- Procura ser un modelo de auto-control para ellos.
- Acepta y respeta el papel del entrenador.
Ahora bien, por si acaso no ha quedado clara cuál ha de ser tu
participación en la iniciación deportiva de tu hijo/a, hagamos una pequeña
prueba.
Piensa en tu proceder como padre o madre de un joven deportista en
estos últimos tiempos.
Piensa en cuántos entrenamientos has presenciado, a cuántos
partidos le has acompañado, qué comportamiento has tenido con el entrenador,
los árbitros y los adversarios, cuál ha sido tu reacción ante el resultado...
Después, trata de localizar aquella viñeta que mejor refleja lo que ha sido tu
actuación.
Padres desinteresados.
Padres que no reconocen el valor del deporte en la educación de
los más jóvenes y no asisten nunca ni a los partidos ni a los entrenamientos.
Padres vociferantes.
Padres que acostumbran a gritar e insultar a los árbitros, jugadores y entrenadores con unos pulmones fuera de lo común.
Son poco pacientes, escuchan pocas veces a los demás y no están dispuestos a cambiar su comportamiento.
Padres sobre-protectores.
Padres que, obsesionados con los riesgos que conlleva el deporte que practican sus hijos, hacen comentarios angustiados sobre algunas jugadas o lances del juego asegurando, una vez más, que van a sacar del club a sus hijos o hijas.
Padres hipercríticos.
Padres que tienen expectativas y objetivos pocos realistas respecto a la progresión deportiva de sus hijos. Son muy exigentes con la actuación de los jóvenes y casi nunca están satisfechos.
Animan poco y, en cambio, critican mucho.
Padres entrenadores auxiliares.
Son los que se colocan cerca de la banda y dan instrucciones a su hijo/a, enfadándose si este/a no las cumple. Muchas veces contradicen las instrucciones del entrenador y, como el niño está pendiente de sus indicaciones y reacciones, desorganizan al equipo.
Padres con una orientación positiva.
Padres que acostumbran a gritar e insultar a los árbitros, jugadores y entrenadores con unos pulmones fuera de lo común.
Son poco pacientes, escuchan pocas veces a los demás y no están dispuestos a cambiar su comportamiento.
Padres sobre-protectores.
Padres que, obsesionados con los riesgos que conlleva el deporte que practican sus hijos, hacen comentarios angustiados sobre algunas jugadas o lances del juego asegurando, una vez más, que van a sacar del club a sus hijos o hijas.
Padres hipercríticos.
Padres que tienen expectativas y objetivos pocos realistas respecto a la progresión deportiva de sus hijos. Son muy exigentes con la actuación de los jóvenes y casi nunca están satisfechos.
Animan poco y, en cambio, critican mucho.
Padres entrenadores auxiliares.
Son los que se colocan cerca de la banda y dan instrucciones a su hijo/a, enfadándose si este/a no las cumple. Muchas veces contradicen las instrucciones del entrenador y, como el niño está pendiente de sus indicaciones y reacciones, desorganizan al equipo.
Padres con una orientación positiva.
Padres que confían en la preparación y conocimientos del
entrenador, que demuestran su auto-control, refuerzan el esfuerzo, la progresión
y dan apoyo en los momentos difíciles.
Recuerda que los padres deben ser conscientes del papel que juegan
en la participación deportiva de los niños y, por tanto, deben desarrollar un
tipo de comunicación que favorezca la autoestima y la confianza de los jóvenes
deportistas.
Sólo
si se esfuerzan en esta tarea podrán llegar a ser unos padres “DE PRIMERA”.
La verdad es que cada vez son más los padres que acompañan a sus
hijos a los entrenamientos.
Lo malo es que, una vez allí, la mayoría de ellos “coloca” los niños y se despreocupa del tema hasta la hora de
volver a recogerlos.
Algunos regresan a casa para finalizar las tareas que han dejado pendientes,
otros acuden al bar para pasar el rato conversando con los amigos y,
lamentablemente, sólo unos pocos se quedan para ver qué es lo que hacen sus
hijos. Incluso, de este reducido grupo de padres que acude a los
entrenamientos, siempre hay unos cuantos que se dedican a criticar, casi
siempre en tono despectivo, las acciones que el entrenador y los jugadores
llevan a cabo.
Sin embargo, estos padres parecen olvidar que los entrenamientos
son una magnífica oportunidad para disfrutar de la actividad deportiva que los
niños realizan.
Observar la forma en que el entrenador dirige la sesión de trabajo,
conocer la finalidad de los ejercicios realizados, apreciar el interés con que
los jóvenes deportistas se aplican a la tarea o, simplemente, comprobar que los
críos se lo están pasando bien, nos parecen razones más que suficientes para
asistir a las sesiones de entrenamiento.
Así pues, si quieres “subir de categoría” y formar parte del selecto grupo de padres “DE PRIMERA”, disfruta del entrenamiento y pasa todo lo desapercibido
que puedas para no entorpecer el trabajo que tienen que realizar el entrenador
y los jugadores. Aun más:
No olvides que se puede disfrutar viendo las evoluciones de los jóvenes
deportistas cuando entrenan sin tener que fiscalizar, para ello, la labor que
llevan a cabo el técnico y los demás miembros del equipo.
Sin duda, es responsabilidad del entrenador estar preparado para organizar de forma conveniente los
entrenamientos, planificar adecuadamente los ejercicios y actuar de forma
imparcial al tomar decisiones; pero, también es responsabilidad de los padres
respetar esa función y dejar que el entrenador desempeñe su trabajo.
Aunque conozcas bien el deporte, deja que los técnicos realicen con
tranquilidad su labor. Recuerda que el entrenador es el máximo responsable
deportivo del equipo y su obligación es velar por la buena marcha del grupo.
No cuestiones sin motivo lo que dice o hace.
Una opinión tuya que contradiga la del entrenador, por muy sensata
que pueda parecerte, puede crear un conflicto en tu hijo/a y perjudicar su rendimiento
deportivo.
Entiende que tu opinión puede ser diferente a la del entrenador.
Es lógico que un padre vea a su hijo diferente a todos los demás,
por lo que, en ocasiones, es probable que no sea del todo neutral.
Así pues, acepta que pueden existir otras opiniones y respeta el
trabajo del entrenador que, además de pensar en tu hijo, lo hace en el resto de
jugadores y en el global del equipo.
PROCURA ESTAR A SU
LADO... EN LOS ENTRENAMIENTOS
Habla con el entrenador en los momentos adecuados.
Cuando no estés de acuerdo con alguna de sus decisiones, o quieras
consultarle cualquier cosa, no es conveniente que se lo digas gritando delante
de otras personas.
Siempre hay momentos en los que se puede hablar con más
tranquilidad. Aprovecha esos momentos y no te dirijas a él cuando no pueda
atenderte correctamente o exista la posibilidad de crear un mal ambiente en el
equipo.
Ofrece apoyo y tranquilidad al entrenador para que pueda realizar bien
su trabajo. Es importante que, como padre, entiendas esta situación y no
distraigas la atención de los técnicos y los deportistas durante los
entrenamientos.
Ten presente que para la buena marcha del equipo es primordial que
el entrenador cuente con la confianza y la colaboración de los padres, que
estos sepan valorar su interés, su formación y su experiencia, y, por supuesto,
que respeten la labor que lleva a cabo en las sesiones de entrenamiento.
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