Aunque la mayoría de los niños que participan en deportes de equipo
no experimentan niveles excesivos de ansiedad, en determinadas situaciones el
estrés puede ser un problema que puede dificultar la actuación deportiva de tu
hijo/a.
El interés por derrotar a un determinado equipo, las ganas de
agradar al entrenador o a los familiares, la importancia del partido para la clasificación
final, la presencia de ojeadores... son algunas situaciones que potencialmente
pueden generar ansiedad en los jóvenes deportistas.
Por este motivo, pensamos que los momentos previos al partido es
una buena oportunidad para que estés al lado de tus hijos respaldándoles y
animándoles. Ahora bien, has de tener en cuenta que son unos momentos muy
delicados, unos momentos en los que tienes que irradiar entereza y
tranquilidad, unos momentos en los que has de procurar ser un modelo positivo de
comportamiento, es decir, unos momentos ideales para apoyar a tu hijo/a y no
cargarle con más presión.
Por desgracia, muchos padres no son conscientes de la tremenda
importancia que tiene para el deportista la tranquilidad y la concentración en
los momentos previos a la competición.
Algunos, incluso, no dudan en dar a sus hijos instrucciones sobre
cuál ha
de ser su actuación sobre el terreno de juego (siempre desde su
punto de vista), sin tener en cuenta que los planes y las órdenes del
entrenador pueden ser otros. Por eso, si aspiras a ser un padre o madre
verdaderamente “DE PRIMERA”:
Intenta no hablar excesivamente de la actividad deportiva que tu
hijo/a tiene que desarrollar. Si insistes demasiado en la trascendencia del
partido, en la necesidad de los puntos, en la obligación de ganar o,
simplemente, le das unos consejos que contradigan las instrucciones del
entrenador, puedes provocar un grave conflicto de intereses y hacer que esos
momentos previos al partido sean especialmente estresantes.
Por tanto, aprovecha esos momentos para estar al lado de tu
hijo/a, vive con intensidad esta experiencia y no le des demasiadas vueltas a
la competición.
Ayuda a que tu hijo/a tome sus propias decisiones. Que vaya
aprendiendo, poco a poco, a tener criterios propios y a comprometerse y
responsabilizarse de ellos.
Procura, eso sí, que tu hijo/a sepa que puede contar contigo en
todo momento, que le apoyas, que disfrutas con él/ella de una actividad
divertida y que, pase lo que pase, vas a estar siempre a su lado. Así pues,
trata de que los momentos anteriores al partido sean lo más entretenidos y
relajados posible. No los conviertas, “metiendo” más
presión, en una mala experiencia para tus hijos.
Haz todo lo que esté en tu mano para que tu hijo/a se sienta a
gusto y apoyado, pero no te involucres en su actividad deportiva hasta el punto
de hacer que se pueda sentir agobiado o presionado. Recuerda que una buena
forma de hacer entender a tu hijo/a que estás a su lado es darle ánimos. Así
pues, dale ánimos y valora siempre su esfuerzo y su sacrificio antes que el resultado
de sus acciones.
PROCURA ESTAR A SU
LADO... DURANTE LOS PARTIDOS
Los padres constituyen una de las fuentes de mayor influencia en
el entorno deportivo del niño/a. Además, la mayor parte de las veces, esta
influencia es positiva y beneficiosa para el desarrollo físico y psicológico de
los jóvenes deportistas. Sin embargo, en algunas ocasiones, es complicado
controlar las emociones que genera un intenso partido en el que tu hijo o hija
juega ante un difícil o enérgico rival.
El deseo de ganar, la presión de los resultados, la clasificación,
el comportamiento del equipo rival... hace que algunos padres y madres olviden
las reglas básicas de educación y se comporten de una manera discrepante y
ofensiva.
Por eso, recuerda siempre que los niños tienden a imitar la conducta
de aquellos a los que admiran, y tu, lógicamente, eres la persona más importante
en su universo.
No olvides que tu comportamiento como espectador va a influir
enormemente en sus reacciones futuras, sobre todo cuando sean ellos los que vean
un encuentro o se dirijan a los árbitros. Así pues, si lo que pretendes es ser
un padre o madre cien por cien “DE PRIMERA”:
Actúa con la sensatez y la corrección de un espectador educado. No
molestes ni discutas con los demás espectadores.
Emplea el sentido común y no perturbes el juego con quejas,
gritos, insultos o cualquier otro comportamiento que pueda desviar la atención
de los jugadores durante el partido. Y, sobre todo, respeta al árbitro, al entrenador
y a los jugadores del equipo contrario, sin ellos no habría partido.
Ayuda a mantener una buena imagen del club al que tu hijo/a
pertenece.
Si insultas al árbitro, te enfrentas con los espectadores,
cuestionas las decisiones del entrenador o haces comentarios despectivos en voz
alta, es posible que estés dañando de forma irreparable la imagen del club de
tu hijo/a. Por eso, en vez de recriminar los errores arbitrales o criticar las
malas actuaciones de los jugadores, es esencial que animes a tus hijos cuando
las cosas no salen como quisieran y premies su esfuerzo y sus intentos por
hacerlo bien.
Condena el uso de la violencia en todas sus formas y anima a tus
hijos a participar en el deporte de acuerdo con las reglas. Recuerda que hay un
reglamento y un código de ética deportiva que todo deportista debe conocer y
respetar.
No olvides, además, que un partido es una excelente ocasión para
que tú, padre o madre
“DE PRIMERA”, demuestres a tus hijo/a que hay que saber convivir
con el
reglamento y que hay que aprender a respetarlo. Para ello, aplaude
el “juego limpio” de su equipo y del contrario.
Deja que los deportistas tomen sus propias decisiones.
Los que juegan los partidos son ellos, y, por tanto, son ellos los
que deben tomar las decisiones en el terreno de juego.
Por eso, nunca ridiculices a un niño por cometer errores.
Ten en cuenta que está aprendiendo y que, para aprender, algunas
veces hay que equivocarse.
PROCURA ESTAR A SU
LADO... DESPUÉS DE LOS PARTIDOS
No cabe duda que concienciar a los adultos de que los niños juegan
para sentirse realizados y no para satisfacer sus intereses o para
entretenerlos es una tarea realmente difícil.
Pero, todavía lo es más
convencerlos de que el esfuerzo honesto y el “juego
limpio” es tan importante como la victoria.
Prueba de ello es que si interrogamos a cualquier deportista sobre
cuál es la pregunta más frecuente a la que debe responder después de haber
disputado un partido, en un porcentaje muy elevado de casos nos responderán:
¿cuánto habéis quedado? Al parecer, a los familiares y amigos de los jóvenes
deportistas parece interesarles mucho más el resultado de la competición que
las experiencias del propio jugador en el encuentro: si ha jugado a gusto, si
ha tenido buenas sensaciones, si ha cumplido con la tarea que el entrenador le había
asignado o, simplemente, si se lo ha pasado bien.
Estas personas parecen olvidar que la forma de abordar al niño/a
después de un partido, las miradas que se le dirigen, las preguntas que se le
hacen, la evaluación que se hace de su actuación, la importancia que se da al
resultado... son muy importantes para el buen funcionamiento del joven deportista.
Y todavía lo son más cuando este tipo de actuaciones y comentarios
vienen de personas tan significativas para el niño/a como son el padre o la
madre.
Por eso, recuerda en todo momento que tu hijo/a sólo ha jugado un
partido, un partido donde lo habrá hecho mejor o peor, habrá empatado, perdido
o ganado, habrá cometido errores o realizado aciertos, pero no por ello va a
ser mejor o peor persona.
Así pues, deja que tu hijo/a experimente las emociones que ha
sentido durante el partido y compórtate como un padre o madre realmente “DE PRIMERA”.
Después de los partidos, acoge a tu hijo/a con cariño y respeto.
Esta actitud es importante para que el niño entienda la diferencia
entre jugar un partido, cometer un acierto o un error durante el mismo y ser
más o menos querido por sus padres.
Averigua cuál es el momento más oportuno para acercarte a tus
hijos y dialogar después de un partido.
Puedes, por ejemplo, preguntárselo a ellos.
Haz que tu hijo/a sepa que, pase lo que pase, siempre vas a estar
a su lado sin juzgarle por lo bien o mal que haya podido jugar. Si se ha
esforzado al máximo
y ha respetado las reglas del juego, felicítale y procura
disfrutar con él de la experiencia deportiva.
Recuerda que éste no es un buen momento para recriminar los
errores o tratar
de explicar cómo se deberían haber llevado a cabo las jugadas.
Una vez haya finalizado el encuentro, no discutas las jugadas con
otros padres
o espectadores delante de los niños.
Deja que el partido
concluya en el momento mismo en que el árbitro pite el final.
El final del partido no es un buen momento para hablar con el
entrenador.
Si tienes algo que decir,
algún comentario o recomendación que hacer, hay otros momentos durante la
semana en los que, seguramente, el entrenador estará en mejores condiciones de
atenderte como te mereces.
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