Como todos sabemos, la ejecución deportiva depende de muchos
factores. Algunos de ellos vienen determinados por la herencia (estatura y
constitución física, potencial de velocidad, contextura muscular, agilidad,
etc.), otros son fruto de “sofisticados” planes de entrenamiento y, algunos
más, son resultado del trabajo, la constancia y el sacrificio personal.
Desgraciadamente, estos últimos no siempre garantizan al deportista
la participación y el éxito deportivo.
Al contrario, es frecuente encontrarse con jugadores que, a pesar
de su esfuerzo y dedicación, no van convocados con sus equipos, ocupan los
puestos de reserva o no juegan todo lo que ellos desearían.
Otras veces, es una mala racha en el juego, el cansancio acumulado
o una inoportuna lesión lo que hace que el jugador se desespere, sufra y no
rinda todo lo que de él cabría esperar.
Son los llamados “malos momentos”, es decir, aquellas situaciones
donde las cosas no salen como uno quiere, situaciones por las que, inevitablemente,
todo deportista ha de atravesar alguna vez a lo largo de su vida deportiva. Y
los niños, lamentablemente, no son una excepción.
Sin embargo, todo buen deportista debe entender que en el deporte
de competición hay situaciones que son difíciles, que no gustan demasiado, pero
que hay que aprender a aceptarlas porque forman parte del oficio de jugador (ser suplente, jugar pocos minutos, no
estar de acuerdo con las decisiones del entrenador, etc.).
Por eso, no nos cansamos de repetir que sin el aliento, la ayuda y
el consejo de los padres esos “malos momentos” difícilmente podrán ser
superados de una forma constructiva. Así pues, si quieres ser un padre o madre “DE PRIMERA” recuerda que:
En los “malos momentos” es frecuente que los padres den la razón a su hijo/a
y
le animen a que siga comportándose de la misma manera,
justificando así su conducta y perdiendo una excelente oportunidad para que el
joven deportista aprenda a superar una situación difícil y madure como
deportista y como persona.
Es importante que los padres controlen esa tendencia espontánea a defender a
su hijo/a y analicen los motivos que han provocado la situación en
la que se encuentra, aprovechando el momento para enseñarle cómo enfrentarse a
situaciones que no siempre van a salir como él o ella quiere.
No debes compadecerte de tu hijo/a ni tratar de quitar hierro al
asunto, simplemente hazle entender que la situación en la que se encuentra es
una exigencia más del deporte que debe superar de la mejor manera posible.
Es necesario que tu hijo/a entienda que, aunque puedas no
compartir su opinión, vas a estar a su lado y vas a ayudarle a enfrentarse a
esos “malos
momentos”.
Enséñale a que no se rinda y siga luchando. Un buen deportista,
además de hacer buenas marcas, conseguir muchos goles o jugar bien, tiene que
saber superar esos momentos en los que las cosas no salen como uno quiere.
Explícale que superar esas situaciones le ayudará a ser buen deportista y mejor
persona.
PROCURA ESTAR A SU
LADO... SI ES NECESARIO CAMBIAR DE CLUB
Aunque las razones que puede esgrimir el joven deportista para
cambiar de club son innumerables, en general este cambio viene dado por uno de
estos tres factores: las experiencias personales, la categoría del club y el
proceso de selección.
En cuanto a las experiencias personales, nadie duda ya a estas alturas
que el deporte es una actividad natural que ha de proporcionar al niño placer y
satisfacción; por tanto, si juega a disgusto, lo pasa mal o no se divierte con
lo que hace, abandonará dicha actividad o cambiará de club a final de
temporada. De ahí la importancia de crear un programa deportivo seguro,
entretenido y psicológicamente saludable para los niños, un programa dirigido
por personas competentes y responsables que se preocupen por el bienestar y la
formación integral de los jóvenes deportistas.
Por otra parte, es evidente que si un deportista puede desarrollar
su carrera deportiva en una institución de mayor importancia y prestigio que
aquella a la que pertenece, no tardará mucho tiempo en gestionar un cambio de
club. Finalmente, hemos de enfrentarnos con el inevitable y siempre doloroso
proceso de selección, un proceso habitual en todos los clubes punteros que,
además de formar a sus jugadores como personas y deportistas, necesitan proveer
al primer equipo de buenos jugadores de la cantera.
Pues bien, este proceso de <<selección>> quizás sea el
factor más discutible y problemático de los que pueden motivar el abandono de
la práctica deportiva o el cambio de club.
No importa de qué deporte se trate, el caso es que cada deportista
debe superar un criterio de selección que únicamente garantiza la supervivencia
del más apto.
Por eso, si aspiras a ser un padre o una madre realmente “DE PRIMERA”, habrás de tener presente que:
Los padres deben ser conscientes de que el proceso de selección de
jugadores,
aun siendo una experiencia realmente ingrata para deportistas y
técnicos, forma parte de las tareas de cualquier club de cantera.
De hecho, han de estar preparados para afrontar de la mejor manera
posible una situación que es habitual en todos los clubes importantes que
trabajan en el deporte de base.
Para los responsables deportivos de un club no resulta nada fácil
dar la baja a alguien que ha pertenecido a esa institución deportiva durante
años, y más si se ha comportado correctamente y ha sido un ejemplo de esfuerzo
y perseverancia.
Porque un deportista tenga que abandonar un determinado club no se
acaba el mundo, existen oportunidades de practicar su deporte favorito en otros
equipos
en condiciones más o menos similares.
Además, muchos jugadores que han tenido que abandonar su club han
podido triunfar en otro, o incluso volver al equipo de origen.
En estos momentos tan duros para todos, es importante que estés al
lado de tu hijo/a incondicionalmente, escuchando y procurando entender como se
siente, sin culpar al club ni recriminarle al jugador cualquier aspecto que
podría haber hecho mejor.
CUANDO TUS HIJOS “ESTÁN EN JUEGO”:
EPÍLOGO...
Cuando la actividad deportiva se desarrolla de una forma racional,
organizada y positiva, es decir, cuando se fijan de antemano unos objetivos que
son razonables y apropiados para la edad de los deportistas, se cuenta con
técnicos cualificados y se recibe la ayuda de padres y familiares, dicha actividad
resulta sumamente beneficiosa para todos aquellos
que la practican. Además de favorecer el desarrollo de cualidades
físicas como la movilidad, la coordinación, la agilidad, el equilibrio, etc.,
la práctica deportiva reduce el riesgo de padecer enfermedades
cardiovasculares, ayuda a controlar el sobrepeso, fortalece los músculos y
mejora la capacidad de hacer esfuerzos sin fatiga.
Por eso, al practicar su deporte favorito, el niño no sólo está
aprendiendo las características técnico-tácticas de una determinada modalidad
deportiva sino que, al mismo tiempo, está desarrollando algunos aspectos
psicológicos fundamentales (autoestima, confianza, concentración, auto-control,
toma de decisiones, responsabilidad, tolerancia, cooperación, saber aceptar el
éxito y el fracaso, etc.).
Por todo ello, y porque somos los primeros en reconocer el valor
que el deporte tiene en el desarrollo psico-social de los niños, hemos querido
crear esta guía, una guía donde ofrecemos a los padres de los jóvenes deportistas
algunos consejos prácticos que deben tener en cuenta si verdaderamente quieren
ayudar a sus hijos a practicar de forma “sana y saludable” el deporte.
Esperamos que sea de vuestro agrado y que os ayude a realizar la
importante y en ocasiones difícil tarea de ser unos padres “DE PRIMERA” en el ámbito deportivo.
Los niños obtienen múltiples beneficios cuando llevan a cabo una actividad
física o practican algún deporte en un ambiente positivo.
Es tarea de los padres contribuir a crear ese ambiente y ayudar a
mantenerlo. Por eso, han de colaborar activamente en las tareas del club y han de
comportarse, en todo momento y lugar, de forma correcta y responsable.
Las autoridades deportivas reconocen a los jóvenes deportistas una
serie de derechos fundamentales, derechos que los padres han de respetar y
exigir que se respeten.
Asimismo, deben ayudar a que el niño/a compagine adecuadamente la
práctica deportiva con otras actividades, sobre todo, con los estudios.
El entrenador es el máximo responsable deportivo del equipo y su obligación
es velar por la buena marcha del grupo, por tanto, los padres deben dejar que realice
su trabajo con tranquilidad y abstenerse de criticar sin motivo sus métodos.
Los padres han de apoyar en todo momento a sus hijos, pero especialmente
en esos momentos en los que nada parece salir como uno desea.
Un buen deportista, además de jugar bien, conseguir muchos goles o
batir marcas, tiene que saber enfrentarse y superar esos “malos
momentos” de la mejor manera posible.
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