jueves, 9 de abril de 2015

La preparación física en el fútbol infantil



Las etapas del fútbol amateur presentadas por la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) son dos. La primera denominada Fútbol infantil, aquí los niños tienen entre 10 a 13 años, y una segunda etapa denominada Futbol Juvenil donde los jugadores tienen entre 13 (9na división) y 20 años (4ta división). En el presente artículo nos situaremos en la primera etapa, fútbol infantil. 

Como punto de partida en la planificación es necesario realizar un diagnóstico. El mismo se basa en recoger datos de la competencia, y tras su análisis, usarlos como herramientas para confeccionar contenidos, métodos y medios de entrenamiento teniendo en cuenta la edad deportiva y biológica de los jugadores. 

CRECIMIENTO Y MADURACION

Esta etapa de tres años debe ser abordada, por los profesores, desde lineamientos científicos respetando las leyes de maduración y crecimiento. Ambos son procesos importantes pero que pueden tener sus puntos máximos de desarrollo en distintos momentos de la vida.

Al momento de planificar las cargas de trabajo con niños debemos preguntarnos: ¿en qué circunstancias psico-biológica se encuentra el niño?

Responder esta pregunta será importante para poder programar el entrenamiento de los jóvenes futbolistas respetando el principio de individualización y multilateralidad del entrenamiento.

Es importante saber que el crecimiento, por sí solo, provoca cambios en el rendimiento de los jóvenes. Por ejemplo, el pico de crecimiento en talla y peso aumentan la masa libre de grasa y la masa muscular, lo que trae aparejado una elevación del consumo máximo de oxigeno relativo. Y, aquí puntualmente no estamos hablando de entrenamiento, solo de crecimiento.

Durante los procesos de crecimiento y maduración es difícil discernir si los cambios son producidos por el entrenamiento o por el crecimiento.

Mientras que los cambios fisiológicos producidos por el entrenamiento en adultos son causados por el programa de entrenamiento en sí, en el niño esos cambios podrán ser atribuidos en gran parte al proceso de crecimiento y maduración. El incremento del consumo de oxigeno máximo, el lactato muscular, la fuerza muscular, la potencia anaeróbica y la resistencia muscular son algunos de los parámetros fisiológicos que cambian como resultado del entrenamiento, del crecimiento y la maduración física.

Los valores de lactato en niños pre púberes son hasta un 55% menor en comparación con la de un adulto.

En cuanto al ATP-PC y glucógeno, los niños poseen concentraciones de ATP 20% menores a las de un adulto; mientras que las concentraciones de PC y glucógeno se encuentran 40% disminuidas.

Lo importante aquí es saber que el glucógeno es una reserva limitada y es por ello que cuando esta se agota es probable que los niños abandonen la actividad ya que este vaciamiento podría provocar desgano, cansancio continuo y desconcentración.

Es importante conocer el período madurativo en el cual se encuentran los jugadores, ya que el desarrollo puberal marca un cambio de perspectiva del entrenamiento. Según Weineck (1): “La fase pre puberal se presta sobre todo a la mejora de las capacidades coordinativas y a la ampliación del repertorio de movimientos, y en el período de pubertad, sobre todo al trabajo de las capacidades físicas. Hay que tener en cuenta, no obstante, que la coordinación (técnica) y la condición física se han de desarrollar siempre en paralelo, aun destacando uno u otro aspecto”.

Durante el último año del fútbol infantil (12 -13 años) muchas veces la edad biológica (edad de maduración) no concuerda con la edad cronológica y por ende muchos compañeros del mismo equipo tienen distintos grados madurativos. La edad biológica se encuentra relacionada con factores de desarrollo, como la altura y peso corporal.

Para conocer a los jóvenes futbolistas sería importante medirlos y pesarlos, con esos datos se podrá conocer el índice de masa corporal. Esto permitirá básicamente conocer cuál es el estado nutricional de los jóvenes.

TECNICA Y TACTICA

Jens Bangsbo (2), plantea que el fútbol profesional es un deporte intermitente, donde el futbolista además de correr realiza otras actividades como aceleraciones, cambios de direcciones, desaceleraciones, saltos, caídas y levantadas del campo. Por otro lado remarca que las pausas son pasivas e incompletas.

A este cúmulo de acciones que realiza el futbolista se adhiere la importancia del componente técnico y táctico. El pase y la recepción aparecen, junto al remate y conducción, como las técnicas más importantes del futbolista. Siempre considerándolas dentro de un contexto en situación, donde deben ser aplicadas en distintos tiempos, con distintos espacios y con una situación a resolver que, en la mayoría de las veces, implica a compañeros y oponentes.

Por otro lado, Weineck aclara que el entrenamiento infanto- juvenil debe centrarse en la formación óptima de las destrezas y técnicas deportivas - motoras y en el incremento del acervo motor. El entrenamiento de las capacidades físicas tiene lugar en paralelo a este proceso, durante la infancia estas capacidades no se maximizan sino que se optimizan.

Con lo anteriormente mencionado se hace referencia a que las actividades o ejercicios adecuados al crecimiento deben presentarse como estímulos sub máximos, y no máximos, dando lugar a un trabajo multilateral.

El profesor Carlos Borzi (3) menciona la importancia que tiene el entrenamiento de la técnica en edades infantiles. Deja claro que el período entre los 10 y los 13 años es el indicado para realizar los aprendizajes técnicos debido a que el sistema nervioso, incluyendo a los analizadores de movimiento, manifiesta un pleno desarrollo aumentando la capacidad de percibir la realidad y conducir la respuesta motora.

Aquí cabe destacar la importancia de aplicar el principio de variabilidad ofreciendo al niño diversas actividades con el objetivo de generar un incremento en su experiencia técnica motriz. Las variantes en el trabajo de la técnica se pueden llevar a cabo modificando las condiciones externas (terreno, dimensiones, pelotas), combinando destrezas (desplazamientos, habilidades, técnicas), combinando los métodos de entrenamiento (analítico, global, mixto) y variando los materiales y consignas.

Aunque el fútbol infantil debe proveer al niño una amplia gama de movimientos y experiencias, parece muy enriquecedora la práctica de los gestos técnicos en situaciones jugadas, donde el componente táctico forma parte del trabajo técnico. 

Con respecto al componente táctico Weineck (1), menciona que debe trabajarse desde edades tempranas en paralelo al trabajo técnico. Los contenidos tácticos deberían orientarse a un desarrollo cognitivo, donde la comprensión del juego sea el punto clave del entrenamiento. Además deben plantearse en cada entrenamiento el conocimiento de la totalidad de las reglas. Los principales medios para alcanzar estos objetivos mediante situaciones jugadas con diversas modalidades y consignas.

Es recomendable realizar el trabajo táctico con los chicos descansados, sin una carga física previa, para favorecer la comprensión de consignas de manera eficiente.

VELOCIDAD

La velocidad se encuentra influenciada por el desarrollo biológico y crecimiento, como también está altamente influenciada por el potencial genético del jugador.

Entre los 7 y 9 años, es recomendable trabajar sobre el tiempo de reacción y la frecuencia de movimiento. Estas dos características de la velocidad se encuentran vinculadas al desarrollo del sistema nervioso (SN) y no a otros aspectos funcionales. A partir del primer año del fútbol infantil, gracias a la gran plasticidad que presenta el sistema nervioso, el entrenamiento de la velocidad se verá beneficiado. Esta plasticidad del SN implica, por un lado, una alta excitabilidad de los procesos nerviosos directores y, por otro, una baja inhibición diferenciadora. Por lo tanto en la etapa prepuberal el entrenamiento de la velocidad se encuentra en su fase sensible, mayormente para el desarrollo de:

1- Velocidad de reacción.
2- Velocidad secuencial.
3- Procesos de aprendizaje motriz para desarrollar técnicas motoras que son importantes para movimientos veloces.

En el último año de infantiles (12-13 años) se produce, en algunos jugadores (púberes), una creciente liberación de andrógenos y estrógenos lo que permite un crecimiento muscular, teniendo una repercusión directa sobre la producción absoluta de potencia que puede ser generada.

En el fútbol infantil, debemos brindarle al jugador un amplio bagaje de ejercicios. A su vez, resulta interesante trabajar los distintos aspectos de la velocidad combinándolos con movimientos específicos que realizan los jugadores en competencia como también ligarlos a factores técnicos ya que su aprendizaje se encuentra en su fase sensible.

La capacidad de reacción en el fútbol está relacionada con la capacidad de anticipación y toma de decisiones. Esto se debe a que el jugador debe responder constantemente, de manera óptima, a situaciones de juego inesperadas. Asimismo, debe reajustar constantemente sus movimientos en situaciones donde debe decidir, en el momento que está realizando una acción, como continuar la misma dependiendo del entorno. Por ejemplo cuando el jugador intenta conducir el balón (técnica), mientras debe eludir rivales (entorno) a una cierta velocidad impuesta por la situación.

Para Weinek (1) el objetivo de esta capacidad en el fútbol es el desarrollo de una velocidad de movimiento de desplazamiento máximo y su relación con su velocidad gestual.

Entendemos la importancia de generar movimientos veloces con o sin pelota, donde el jugador sea capaz de ejecutar gestos técnicos en una situación real de juego.

RESISTENCIA

Con respecto al sistema anaeróbico podemos mencionar que la actividad de la fosfofructoquinasa (enzima reguladora de la glucólisis), en niños de entre 11-13 años es entre un 30-50% menor que en adultos. Estos datos nos permiten conocer que biológicamente el niño tiene una menor capacidad glucolítica que el adulto, o sea, que está menos adaptado para esfuerzos anaeróbicos. Por lo tanto no habría necesidad de que los niños en esta etapa realicen entrenamientos específicos para el incremento de la potencia anaeróbica lactacida. Siguiendo esta línea, los trabajos intervalados de alta intensidad en edades infantiles carecen de utilidad.

Los volúmenes usados para el entrenamiento de la resistencia deben ser adecuados a las condiciones del niño. Debemos proponer actividades que no sean de grandes volúmenes con alta intensidad ya que esto podría provocar vaciamiento glucogénico.

Por otro lado, sabemos que la resistencia está ligada a factores volitivos (capacidad de esfuerzo), metabólicos aeróbicos y anaeróbicos, funcionales (hormonales, cardio vasculares y respiratorios) y coordinativos (eficiencia mecánica). La enseñanza de la técnica de la carrera es importante ya que su eficacia influirá positivamente en la búsqueda de la máxima económica de los procesos metabólicos y funcionales.

Teniendo en cuenta que errores en la técnica de carrera elevan el costo de oxigeno, es decir, aumentan las demandas energéticas debido a que se requiere de más fuerza para realizar un movimiento. Por este motivo es importante trabajar sobre la enseñanza de la mecánica de carrera a través de skiping, taloneos, punteos y zancadas. En principio trabajando sobre los dos factores que influyen en la carrera, frecuencia y amplitud de zancada, y luego inclinando la mayor parte del trabajo hacia la primera dado que es más específica para el fútbol.

Con respecto a la importancia de la resistencia aeróbica y su trabajo durante la etapa infantil Weineck (1) resalta que tanto los niños como los jóvenes están preparados, desde el punto de vista cardiopulmonar y metabólico, para entrenar bajo cargas aeróbicas.

En relación a este punto, toma un alto grado de importancia la elección de métodos, como la dosificación de la intensidad y la duración de las cargas ya que las mismas deben adaptarse a las circunstancias fisiológicas de la edad del jugador.

Este autor propone entrenar la capacidad aeróbica en la fase pre puberal a través de cargas interválicas de corta duración, utilizando el juego como principal contenido en la actividad.

Para Feigenbaum (4) el músculo esquelético del niño pre púber es más elástico, tiene poco tono y definición, pero a su vez posee una gran irrigación respecto del adulto. Este flujo sanguíneo junto a su gran densidad mitocondrial permite realizar trabajos aeróbicos fraccionados o intermitentes de gran intensidad y corta duración alternados con pausas cortas ya que su capacidad de recuperación entre esfuerzos es eficiente.

Para Cometti (5) el entrenamiento de la resistencia en futbolistas jóvenes debe centrarse en el trabajo de fibras rápidas donde los esfuerzos cortos y breves prevalezcan.

Paul D. Larovede (7) plantea algunos principios para trabajar la resistencia aeróbica en edades prepuberales. Los mismos hacen mención a conservar el carácter lúdico de la actividad, donde se utilicen un amplio repertorio de movimientos y gestos propios del deporte, utilizando circuitos técnicos combinándolos con distintos desplazamientos.

Esta propuesta parece enriquecedora desde su carácter motriz ya que engloba mayores respuestas técnicas y motoras. 

Será el profesor quien deba poner de manifiesto su creatividad, enriqueciendo aún más la actividad, introduciendo movimientos tácticos en ellas.

También, parece interesante proponer trabajos intermitentes ya que el trabajo de fibras rápidas quedará evidenciado y la velocidad de carrera es mayor comparándolo con trabajos continuos o intervalados largos.

Por otro lado, los juegos reducidos, son otra variante que puede ser utilizada para el trabajo de la resistencia. Desde el punto de vista motriz es más rico que los anteriormente mencionados, en conjunto al trabajo técnico - táctico realizado. Además se pueden variar las medidas de la cancha, la cantidad de jugadores y las reglas, buscando un ajuste táctico si así lo requiere el profesor.

Si bien el entrenamiento de la potencia aeróbica puede generar aumentos de rendimiento en niños, la magnitud de este incremento es probablemente más baja que la esperada en adultos. No está claro si hay una edad o un nivel de maduración crítico para maximizar las adaptaciones al entrenamiento aeróbico en niños y adolescentes.

El trabajo de resistencia en jóvenes pre púberes debe tener como objetivo mejorar la recuperación, creando bases de resistencias y no así provocar aumentos de VO2.

El trabajo de resistencia podría tener mejores efectos sobre los niños realizando tareas intermitentes de alta intensidad y juegos reducidos. Sin embargo la temprana especialización no está recomendada en niños. Por lo tanto la combinación de varios métodos sería la mejor manera de desarrollar la resistencia en esta población.

FUERZA

Aunque los niños no disponen de niveles adecuados de andrógenos para generar adaptaciones musculares y ganancias de fuerza similares a los que podría producir un adulto, tienen una gran capacidad para mejorar sus niveles de fuerza por medio de adaptaciones neurales.

Estas se basan en el incremento de las unidades motoras, una mayor coordinación y dominio técnico de los movimientos que se relacionan con mejoras en la coordinación y sincronización muscular...

Ahora bien… ¿A qué edad comenzamos con el trabajo de fuerza?

Según la Academia Americana de Pediatría (8) es importante tener en cuenta la maduración biológica de los niños, y comenzar los trabajos cuando los chicos estén en el periodo 5 de Tanner, ya que esto asegura que hayan pasado el pico de máxima velocidad de crecimiento y que las epífisis ya se encuentran casi selladas por completo.

Resulta muy difícil para los entrenadores conocer el estadío en el cual se encuentra el joven futbolista. Una modalidad que se podría utilizar para conocer esto sería demostrarle al niño fotos con las características propias de cada una de las etapas y que él mismo pueda ubicarse dentro de alguna de ellas.

Cappa (9) menciona que la recomendación del comienzo con trabajos de fuerza en estadio 5 de Tanner está hecha para trabajos con cargas altas y sistemáticas y que no existe una edad adecuada para comenzar con trabajos de fuerza cuando los trabajos no están dirigidos a la fuerza máxima.

El comienzo del trabajo de fuerza destinado a buscar un agrandamiento de la masa muscular estaría dado por el pico de crecimiento en estatura, previo a esto el entrenamiento de la fuerza debería ser destinado a la enseñanza de las técnicas de los ejercicios.

Según Bompa (10) en el proceso de formación deportiva se debe comenzar con ejercicios de fuerza que acentúen la participación de la musculatura del tronco y no tanto la de las extremidades superiores.

Aquí cabe mencionar la importancia de comenzar a trabajar desde el primer año de infantiles con ejercicios destinados a fortalecer la zona media. Es importante tanto la calidad de ejercicio como la frecuencia con que se hacen ya que las ganancias de fuerza en niños tienen un carácter transitorio y si no se entrenan con determina frecuencia estas ganancias se pierden rápidamente.

Siguiendo con la zona central del cuerpo podemos decir que en la pelvis convergen acciones que se transmiten de tren superior a inferior y viceversa, es por esto que el control que el niño pueda ejercer sobre dicha zona es importante para asumir posteriormente cargas de trabajo.

Hacer trabajos propioceptivos sobre la zona lumbo pélvica, junto a fortalecer y flexibilizar la zona central del cuerpo permitirá desarrollar posteriormente trabajos de fuerza con mayor seguridad (11).

Según Ozolin (12), los ejercicios con pesos libres ofrecen un mayor estímulo de entrenamiento acentuando el trabajo de propiocepción, el sentido del equilibrio, la estabilidad y la coordinación.

Así Feigenbaum (13) asegura que hasta el momento no existen evidencias científicas de que los ejercicios de fuerza con niños aplicados sistemáticamente pueden causar lesiones agudas o crónicas. Las lesiones son causadas por fallos técnicos en la ejecución de los movimientos.

Como hemos visto al comienzo del artículo, el crecimiento provoca ganancias sobre el rendimiento. En el caso de la fuerza, por crecimiento se producen incrementos de la misma. Pero también el niño que entrena tiene más fuerza debido a que coordina mejor. Las capacidades neurales no pueden desarrollarse si no son estimuladas, es por ello que los trabajos de coordinación y equilibrio (estático y dinámico) tiene gran importancia en esta etapa (14).

Siguiendo las palabras de Cappa podemos señalar que el tiempo que el profesor dedica a la enseñanza de las técnicas es una inversión ya que la correcta realización de los ejercicios permite, en el futuro, trabajar con cargas altas.

En el periodo prepuberal, antes del desarrollo hormonal y muscular, se debería hacer hincapié en el trabajo de coordinación, equilibrio (estático y dinámico) y enseñanza de técnicas de levantamiento, como así saltos y lanzamientos. Es importante variar los medios de entrenamiento utilizando materiales no convencionales como medicine ball, sogas, bandas elásticas, chalecos, bolsas de arena.

Con respecto al entrenamiento pliométrico en niños, Faigenbaum plantea que es errónea la idea que para comenzar con entrenamientos pliométricos el niño debe entrar en la pubertad. Contrariamente a esto propone comenzar con este tipo de entrenamientos cuando el niño tenga la madurez emocional para aceptar y seguir directivas. Otra de las ideas, que según el autor es errónea, es que los niños presentan lesiones en las placas óseas de crecimiento si realizan entrenamiento pliométrico.

A favor de este tipo de entrenamiento, Faigenbaum propone, que las sobrecargas sean apropiadas, una progresión gradual y respetar los periodos de recuperación entre sesiones. Destacando el entrenamiento pliométrico en niños como la base para las posteriores ganancias de fuerza y potencia.

En cuanto a la dosificación y calidad de ejercicios el autor propone comenzar con 10 repeticiones de ejercicios de baja intensidad, de 2 a 3 series, permitiendo buena recuperación entre las mismas y haciéndolo con una frecuencia semanal de dos veces. Por último, menciona la importancia de combinar los ejercicios pliometricos con desplazamiento o habilidades motoras diversas.

Previo al trabajo pliométrico, es importante el fortalecimiento de ligamentos y tendones de las articulaciones comprometidas (mediante la propiocepción), a su vez, resulta interesante el trabajo de multisaltos teniendo en cuenta que el tiempo de contacto con el suelo es determinante para el desarrollo de trabajos pliométricos básicos.

¿QUE TIPOS DE EJERCICIOS UTILIZAMOS EN EL FUTBOL INFANTIL?

Con respecto a los ejercicios seleccionados para trabajar en las divisiones infantiles podemos decir que existe una clasificación que los agrupan según la cercanía que estos tengan con la actividad principal, en nuestro caso fútbol.

La clasificación marca tres tipos: los ejercicios generales, los especiales y los competitivos. 

Los primeros tienen que ver con las actividades que aseguran el desarrollo funcional del deportista, teniendo como finalidad crear una amplia base para la especialización progresiva que debe seguir, buscando un acondicionamiento multilateral del deportista. Entran aquí todos los ejercicios que se extraen de otras disciplinas deportivas y no necesariamente tienen semejanza con el fútbol.

Los ejercicios especiales son aquellos que por su estructura, intensidad y duración se acercan al máximo a las actividades de competición. Este tipo de ejercicios constituyen movimientos y acciones del futbolista que se van a corresponder con su estructura coordinativa, con el carácter de la ejecución, con la cinética y la dinámica del fútbol.

Por último, los ejercicios competitivos son los que muestran el mismo desarrollo técnico, funcional y los mismos parámetros que la propia disciplina deportiva. Aquí entran los juegos reducidos y la práctica y competencia específica.

Durante la etapa de fútbol infantil debemos buscar el adecuado equilibrio en la distribución de cada tipo de ejercicios, según la edad, el interés, necesidad y experiencia de los niños futbolistas.

Lo general siempre tiene que anteceder a lo específico. Sin embargo, los ejercicios que se destinan a trabajar los contenidos generales del entrenamiento se deben seleccionar siempre con vistas a las exigencias del fútbol.

La importancia que tiene crear las bases del proceso de entrenamiento/ aprendizaje hace necesario que los ejercicios generales y especiales tengan mayor preponderancia en algunas capacidades, como por ejemplo fuerza. Los ejercicios especiales tienen una acentuada inclinación en el trabajo técnico y táctico, mientras que los ejercicios generales serán los destinados al mejoramiento o desarrollo de las capacidades condicionales.

Como vimos anteriormente para el trabajo de resistencia, se deberían variar los métodos, utilizando ejercicios generales (intervalados cortos), ejercicios especiales (intermitentes con pelota) y ejercicios competitivos (juegos reducidos).

El desarrollo de ejercicios tanto generales como especiales conllevan la más variada y diversa utilización de los recursos materiales, tanto convencionales (aros, pelotas, conos, vallas) como no convencionales (bolsas de arena, pelotas de otros deportes, bastones, gomas de autos, gomas de bicicleta, sogas, bandas elásticas, chalecos).

Aunque los métodos y medios utilizados en el entrenamiento no sean específicos y aún cuando se utilicen ejercicios que estén poco relacionadas con el fútbol, todo debe estar direccionado a la mejora de las condiciones específicas del joven futbolista. El contenido general debe ser elegido siempre y cuando mejore la capacidad de rendimiento específica.
Fuente.: ISDe SPORTS MAGAZINE

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